Capítulo 2.

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"¡Feliz cumpleaños nana!"

La vida es como un libro, hay capítulos buenos y malos; felices y tristes. El truco es saber como y con quién pasar los momentos.

Danielle. 

Mientras Carl y yo estábamos sentados en "El lugar especial" le platicaba al chico sobre mi vida, sí, puede que solo lo conozca de un día, y ni eso. Solo el horario escolar, pero bueno... necesitaba a alguien que escuchara todo lo que tenía que decir. 

Toqué temas importantes, como por ejemplo, la muerte de mi hermana, lo que pasó hoy, día a día después de la muerte de Paula, lo de mis "amigos", Lía, el problema alimenticio que tuve; no comí durante un tiempo largo, provocando que mi cuerpo se tornara pálido y desnutrido. Pero con el tiempo, decidí volver a comer. Y puntos más. 

—Bueno... esto es fuerte y delicado, no sé que decir, pero aquí me tienes, un amigo que te escuchará siempre que necesites.— Caminamos hacia casa. Ya está oscureciendo y vamos de nuevo al pueblo. Sonrío y me pego más a el. Pasa un brazo por arriba de mi y lo coloca en mi cintura, así abrazándome de lado. 

Mientras caminábamos, Íbamos riendo mientras el contaba chistes malos. Llegamos a mi casa y lo abracé de frente para despedirme. 

Después de un largo rato, me separo. —Gracias por escuchar.

—Gracias por hablar.—Se fue caminando y no entré hasta que diera la vuelta. Una vez lo hizo, di media vuelta y me dirigí a la puerta. Se escuchaban ruidos, gritos de mis papás. Oh no, no estarán discutiendo. 

Entré a la casa sin hacer ruido, ellos estaban en la cocina, como dije; discutiendo. 

—Es tu hija también, qué no le prestaras atención a ella y pensaras que murió fue tu culpa. Bien sabías que Paula murió, y te negaste a aceptarlo— dijo papá fuerte. 

—Paula esta muerta y Danielle parece que también porque no sale de su cuarto y no habla— dice mamá. —Bien podría pensar que ella también está muerta— gritó con más furia saliendo de la sala, dirigiéndose a la sala. 

—Pero no lo está. No le hemos dado la atención que se merece, ni el amor que debería tener. Tiene 17 años.

Sus gritos se hacen más fuerte. Me resbalo, apoyada en la puerta principal, apretando mis oídos para no escuchar. 

—17 años— repitió mi mamá. —Hay que cuidarla porque capaz y se muere también.— dijo mi mamá, sarcástica. No pude más y me paré, fui hacia donde ellos y la encaré. 

—17 años, Sí, tengo 17 años pero no, tranquila que no me muero, ¡¡No te preocupes por mi!!

Una vez ahí, empecé a llorar como nunca. Pasó una hora y seguía mal, así que salí de mi cuarto hacia el baño, me duché con agua fría, para poder pensar sobre todo. Y si... 

Y si... 

Sí... 

Después de ducharme, volví a mi habitación, me puse un pants y una sudadera, abrí la ventana de mi cuarto y salí. El techo del porche me recibió y caminé por el hasta llegar a la ventana del cuarto de Paula, ahí entré y fui hacia la ventana de su baño. El árbol sirve, Subí por las ramas gruesas del viejo árbol y volví al techo, me acosté en él, observando las estrellas. 

¿Porqué Paula? ¿Porqué tuviste que salir esa noche? ¿Porqué ella? Sí estuviera aquí, la vida sería otra, no tendría tantas cosas en mente y seguiría siendo la chiquilla feliz que solía ser. 

Mi oportunidad de ser felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora