I. CONTRAOFERTA

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— ¡¡Yeah!! — exclamó Kaminari con un salto, todavía desbordante de adrenalina, mientras empezaba a quitarse el traje de héroe. — Ese robot no tenía ninguna oportunidad de vencernos.

Sacudiendo la cabeza con una sonrisa, Sero abrió su taquilla para guardar dentro su casco. Era él quien no tenía ninguna oportunidad de salir vivo de esa academia si pasaba otro día más expuesto a la adorable y contagiosa alegría del rubio eléctrico.

— Querrás decir ninguna salvo las veinte veces que os habéis parado para reíros de alguna estupidez — comentó distraídamente Bakugou, cerrando los ojos para que Kirishima pudiera ayudarle a limpiar el eyeliner.

— No le hagáis caso, quiere decir que lo habéis hecho muy bien, bros — lo corrigió el pelirrojo mientras el resto del vestuario pretendía colectivamente no notar que estaba sujetando la barbilla de Bakugou con mucha más suavidad de lo necesario.

— ¿Qué pasa, Blasty, estás enfadado porque querías que Aizawa te emparejara con Kir-mnfndn — Kaminari se giró, sorprendido, hacia el pelinegro que le había cubierto la boca para salvarlos de una explosión.

— Inconsciente, no hagas que se enfade. ¿No recuerdas que la semana pasada estuvimos horas barriendo ceniza? — susurró Sero desde su espalda, tan cerca que el rubio empezaba a temer que pudiera oír sus gritos internos de celebración porque el pelinegro, que antes no dudaba en silenciarlo con cinta, había usado su mano en vez de su quirk.

Y era la segunda vez ese día...

— Hmngn — protestó, haciendo que el otro se diera cuenta de que seguía cubriéndole la boca.

Si antes había tenido que esforzarse en ocultar la felicidad que irradiaba por dentro, esta vez Kaminari tuvo que disimular su decepción cuando Sero retiró su mano. La recompensa, por suerte para él pero por desgracia para su sistema nervioso, fue una amplia sonrisa de disculpa brillando a pocos centímetros de él.

— Oi, daos prisa.

— Calma, calma, Blasty.

Sero contempló enmudecido cómo el pelo dorado del rubio se agitaba cuando este se dio la vuelta para seguir cambiándose a su uniforme. Bajo su fachada de naturalidad forzada, el pelinegro estaba teniendo que recurrir a los mejores insultos de Bakugou para golpearse mentalmente por haber sucumbido de nuevo al incomprensible impulso de acercarse a Kaminari.

Pero cómo podría no hacerlo...

Afortunadamente, cierto peliverde irrumpió en la escena con una libreta y un lápiz en la mano.

— ¡Sero-kun! ¡Kaminari-kun! ¡Esa combinación de quirks ha sido genial! ¡Ha sido muy inteligente usar la cinta como conductor de corriente para que la electricidad de Kaminari-kun llegara rápidamente a los puntos débiles del robot! ¡Y además...

Sero contuvo una risa, sin molestarse en escuchar cómo Midoriya seguía divagando ininteligiblemente. Francamente, ese había sido un ataque desesperado en el que por suerte los dos habían actuado simultáneamente, y todavía no sabía de qué milagrosa manera les había funcionado.

Sin embargo, nunca estaba de más impresionar al segundo mejor estudiante de la 2A y, de paso, molestar con ello a un rubio explosivo.

— Así es, Midoriya — asintió rascándose la barbilla con sabiduría —, era un movimiento complicado pero con mucho entrenamiento es posible lograr este nivel de sincronización. Aunque tenemos ventaja ya que Kamibro y yo nos entendemos muy bien — eso, al fin y al cabo, no era mentira. — Me alegro de que alguien fuera suficientemente observador para apreciarlo.

Un tch burlón sonó a sus espaldas, pero lo ignoró inclinándose sobre la libreta del atento peliverde con expresión de estar estudiando cada diagrama. A decir verdad, tras dos años de academia, empezaban a volverse impresionantemente detallados.

Si me lo pides por favor | Kamisero | SerokamiWhere stories live. Discover now