X. UNA VEZ MÁS

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— Heh, claro, bro, no te preocupes. Si quieres puedo hacerte el favor de olvidarlo.

Con esas palabras y una ola de decepción oprimiéndole el pecho, Sero escapó a los brazos de un rubio congelado para desaparecer tras la puerta.

(Muchas gracias por vuestra paciencia, aquí va~)

Mientras recorría el pasillo del tercer piso con pasos de depredador, Bakugou barajaba dos opciones: ladrarle a esos dos bastardos hasta desquitarse, o guardar silencio para asustarlos con un grito repentino cuando hubieran bajado la guardia.

Sin embargo, en cuanto vio a Sero abandonar la habitación del rubio eléctrico con cara de haber sido asesinado diez veces en el último minuto, el enfado se esfumó de su mente y todo lo que supo articular fueron tres palabras mucho más amables de lo planeado.

— ¿Qué ha pasado?

Sólo entonces reparó el pelinegro en su presencia, alzando con un ligero sobresalto la vista del suelo. Trató de enarbolar de nuevo una sonrisa convincente, pero la falsa alegría, lejos de alcanzar sus ojos, quedó ahogada en una mueca forzada.

— Lo siento — murmuró al pasar sin detenerse junto a Bakugou —. Continuad viendo la película sin mí. Creo que voy a subir ya porque... tengo sueño.

Con estas palabras se alejó con pasos inaudibles sobre la moqueta del pasillo.

Y empezó un ascenso pesaroso hasta el quinto piso.

Subió un tramo de escaleras...

Y otro...

Y al llegar al último se giró hacia su derecha con semblante algo incómodo.

— Bakugou... ¿Vas a seguirme hasta mi habitación?

— ¿No es obvio? Deberías entrenar más esas habilidades de actuación, codos raros. Habría que ser un idiota para no ver que ha ocurrido algo allí dentro con Pikachu.

— Pero...

— Calla y abre de una vez.

Sero se estremeció con una mano sobre el picaporte de su habitación. Quién habría dicho que el rubio que se negaba a dirigirles la palabra un año antes ofrecería ahora una amistad tan asertiva.

———————

Kaminari necesitó unos segundos para ser plenamente consciente de la situación. Instantes después pudo oírse en su habitación el retumbar de su cabeza al golpear al suelo, contra el que se dejó caer con el más absoluto deseo de desaparecer en él.

Mierda... Acababa de estropearlo todo, ¿verdad?

Aunque ¿qué había, en realidad, que estropear? Sólo había frustrado sus planes de confesarse a Sero de manera digna. El resultado sería probablemente el mismo si le hubiera dicho "me gustas, Hanta" sin tropezar sobre él ridículamente.

Y aun así... Aun así... no podía evitar sentirse como el idiota más vergonzoso y reprobable del planeta.

Al lado de Sero las cosas parecían inmensamente sencillas. Era fácil hablar con él, reír con él, pasar con él más tiempo que con nadie sin que pareciera extraño. ¿Por qué, entonces, conseguía él volverlo todo tan complicado? Justo cuando creía estar aprendiendo a mostrar sus sentimientos sin sonrojarse cada tres malditos segundos, su cerebro había decidido entrar en pánico eléctrico en el momento menos oportuno.

Probablemente no estaría actuando de manera tan desastrosa si no estuviera tan malditamente enamorado de Sero, pero, por todos los electrones, ¿cómo se suponía que tenía que evitar eso?

Si me lo pides por favor | Kamisero | SerokamiWhere stories live. Discover now