VIII. DESCARGA HASTA MEDIANOCHE, CHISPAS DE MADRUGADA

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— Hah, ya era hora, extras. ¿Acaso sois demasiado idiotas para mirar el jodido reloj? Siempre llegando tarde a clase, tch.

Sero Hanta, cruzado de brazos sobre una silla que no era la suya y apoyando irreverentemente los pies sobre la mesa, los observaba tras un ceño fruncido, paseando altaneramente la mirada entre sus cuatro rostros estupefactos.

Los sucesos de los 3.71 segundos posteriores, tal y como lo anotaría en una libreta cierto estudiante peliverde, fueron dispares y muy rápidos. Incluyeron, en concreto, un ataque de risa en una sorprendida pelirrosa, un loable esfuerzo de un pelirrojo por no unirse a las carcajadas mientras sujetaba el hombro de su bro muy cercano (descrito por algunos testigos como su novio), y una explosión que hizo temblar el aula con el grito de "¡¿QUÉ HACES SENTADO EN MI MESA, JODIDO CODOS RAROS?!".

El sonrojo de Kaminari, por suerte, pasó desapercibido entre todo ese caos.

Su siguiente reacción fue, por supuesto, ayudar a su amigo a escapar de la furiosa dinamita de Bakugou.

— ¡Yo no hablo así, maldito idiota! — seguía ladrando el explosivo rubio, amenazando con la mirada a Sero quien, pese a haber roto a reír con la misma velocidad que Ashido, todavía no había hecho el esfuerzo de levantarse de la silla de Bakugou.

— El "tch" no le ha salido perfecto pero el resto de la imitación era bastante convincente, Kat... — comentó un valiente Kirishima, con una mano sobre el pecho del rubio para retenerlo lejos de su amigo pelinegro.

Sero sonrió para sí mismo, liberando al fin la mesa del otro y despidiéndose con una ligera reverencia antes de retirarse hacia su asiento. Esa mañana, por alguna especie de milagro (que en absoluto estaba relacionado con haber dormido bien tras una velada cinematográfica con Kaminari), se había despertado pronto, y al entrar en el aula y descubrir que ni siquiera Bakugou había llegado, no había podido resistirse a prepararle una pequeña broma a su squad.

Fuera como fuera, estaba de buen humor. Se sentía con ganas de sonreír sin molestarse en explicar por qué lo hacía, de incordiar amistosamente a Bakugou para provocar su ira, y de acercarse a Kaminari a cada ocasión que se le presentara durante el día. Es decir, como siempre, pero de mejor humor.

Preparó sus apuntes, abriendo despreocupadamente la libreta por una página al azar. Era miércoles, pero ni siquiera la amenaza para los oídos que era la clase de inglés con Present Mic le parecía suficiente para enturbiar su estado de ánimo. A decir verdad, el hecho de que Kaminari acabara de darse la vuelta para guiñarle un ojo antes de que llegara el profesor sólo logró ensanchar su sonrisa.

El profesor en cuestión, sin embargo, no era el que todos esperaban.


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Aizawa carraspeó, algo incomodado por la veintena de miradas interrogantes que se clavaban en él.

— ¿Yamada-sensei no va a venir? — quiso saber Hagakure desde la primera fila.

— No — respondió el profesor, usando su voz más profesional. ¿Estaba en la reglamentación de UA ocultar a los estudiantes la vida privada de los profesores? En cualquier caso, seguro que Hizashi se molestaba si ponía en duda la imagen genial que pretendía darle a sus alumnos... — Hoy Present Mic está ocupado y no podrá venir. De hecho, yo tampoco. Sólo he venido a informaros de ello.

Aizawa bajó fugazmente la mirada hasta la pantalla del móvil que sujetaba entre las manos, donde brillaba el último mensaje.

"Tranquilo, Shou, no hace falta que vengas. Sólo tengo un poco de fiebre."

Si me lo pides por favor | Kamisero | SerokamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora