III. DOS PISOS MÁS ARRIBA

2.5K 288 402
                                    

— Hagakure-san, llevas mucho tiempo ahí de pie, ¿ocurre algo?

— Le estás hablando a sus zapatos, Iida...

— ¡¿Qué- ¿No está ahí? ¿¿Y ese uniforme flotante??

— JAKJAJSAJSJK jodido cuatro ojos-

— ¡Kat! ¡Te he dicho que-

— ¡Uraraka-san! ¡Hagakure-san! ¡Creía haber dejado claro que no me gustan estas bromas!

— Relájate, Iida, ese enfado no es muy masculino...

— Ahora no, Kirishima-kun. ¡Exijo saber dónde está Hagakure-san!

— ¡Eso quiero saber yo! ¡Tooru, llevo media hora buscándote!

— No creo que la encontremos. Cuando el reino de las sombras te absorbe ya no es posible escapar...

— ¡Tokoyami-kun! ¡No puedes teñir tu uniforme de negro!

Magnifique!




...Demasiado ruido.

Demasiado ruido para Sero, quien, hundiendo la cabeza en el respaldo del sofá, sólo podía pensar en dos cosas.

Uno, que era absurdo que sólo él y Bakugou hubieran notado la extraña agitación tras las cortinas de la zona común (¿debería señalárselo a Mina o dejar que siguiera buscando a Hagakure?), y dos, que había cometido un grave error.

Con un suspiro abatido, dirigió una mirada discreta al otro sofá, donde un rubio eléctrico alzaba las manos a modo de disculpa y le ofrecía una sonrisa avergonzada al pequeño grupo de estudiantes insistentes que lo rodeaba.

— Lo siento, estoy un poco cansado...

— ¡Por favor, Kaminari! — repetía entre ellos Mineta. — He perdido mi cargador y Aizawa no me deja ir a comprar otro...

— ¿Tanto te cuesta, Kaminari-san? He venido hasta el edificio de vuestra clase sólo para esto...

— ¡Sólo hasta que llegue al 25%! Con tan poca batería no puedo escuchar música y me da mucha pereza subir hasta mi habitación para cargarlo.


Sero arrugó la frente, hartándose ya de las peticiones egoístas de esos estudiantes a los que, sin embargo, nada podía reprochar.

— Oi — murmuró el rubio explosivo que estaba sentado a su lado en el sofá —, si tanto te molesta, ¿por qué no les dices nada?

El pelinegro maldijo un día más las dotes de observación de Bakugou, y le contestó con un susurro frustrado:

— No tengo derecho a hacerlo... He sido yo el primero en pedirle que me cargara la consola.

Claro que cuando Sero había llegado al salón, consola de juegos en mano, había mucha menos gente y no pensaba que Mineta oiría a Kaminari contestar "claro, bro, déjamelo a mí". Era estúpido, aun así. Él también habría podido volver a subir las escaleras al darse cuenta de que no tenía batería, así que no dejaba de ser un aprovechado más. Lo cierto era que lo había visto más como una excusa para acercarse a Kaminari que como una oportunidad de ahorrarse esfuerzo físico, pero eso no lo hacía más perdonable. Has sido un amigo desastroso, Hanta.

— ¡¿Huh?! — exclamó Bakugou, sacándolo de sus pensamientos con algo que había dejado de ser un susurro discreto. — Eso es problema tuyo — dictaminó, volviendo a bajar la voz. — Pero sigues siendo su jodido amigo, ¿no? ¿No se supone que eres tú quien tiene que ayudarlo en situaciones como esta para evitar que acabe con el cerebro frito?

Si me lo pides por favor | Kamisero | SerokamiWhere stories live. Discover now