XII. SI ME LO PIDES POR FAVOR

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Sero Hanta no era el tipo de persona que iba corriendo a todas partes. Para qué. Generalmente las cosas seguían en su sitio, y si no lo hacían... Si no lo hacían no se daba cuenta, porque desde que había probado los labios de Kaminari sólo tenía ojos para una cosa y su nombre era Denki.

Los recientes acontecimientos, sin embargo, lo habían obligado a elaborar una lista de excepciones. Sero Hanta no corría, salvo cuando tenía que huir de Bakugou, o cuando tenía que perseguir a Kaminari para evitar que cayera en las fauces de un gran peligro, pero también, desde hacía dos minutos, cuando Kaminari y Bakugou decidían unir fuerzas para convertirse en el gran peligro.

— ¡¡Blasty, no puedes hacerme esto!!

— Heh, yo puedo hacer todo lo que me plazca, codos raros.

Reclinándose más en el brazo que Kirishima había apoyado sobre sus hombros, Bakugou dejó escapar una carcajada burlona cuando Sero pasó a toda velocidad a su lado, persiguiendo a un rubio eléctrico que acababa de salir por la puerta principal de los dormitorios.

— Denkiiiii, ¡borra eso, te lo suplico!

— ¡¡Jamás!! — devolvió traviesamente la silueta en la lejanía tras la que corría el pelinegro.

Por todos los arácnidos, sabía que no debía bajar tanto la guardia delante de Bakugou como lo había hecho dos noches atrás en plena crisis emocional, pero... ¡¿cómo iba a adivinar que grabaría realmente su conversación y se la enviaría a Kaminari?!

Cuando alcanzó, sin aliento, al rubio eléctrico que se había detenido tras un árbol en el patio, llegó justo a tiempo para oír a la voz áspera de Bakugou preguntar, por el altavoz del móvil, "¿Ese idiota te gusta?", y a su propia voz contestar, sin atisbo de duda: "Me gusta. Más que cualquier otra cosa. Estoy jodidamente enamorado, bro".

El audio se cortó, y Kaminari apagó la pantalla del teléfono para girarse hacia él con una sonrisa incontenible naciendo en sus labios.

— Yo- Hm- Puedo explicarlo... — farfulló algo torpemente Sero, pasando una mano por su nuca.

— Yo también — replicó el rubio, radiante.

— ¿Eh?

Eso fue todo lo elocuente que pudo llegar a ser, porque de pronto las manos de Kaminari estaban sobre sus hombros y el rubio se había puesto de puntillas para quedar a la altura de su rostro.

— Yo también — murmuró contra sus labios — estoy jodidamente enamorado, bro.

Petrificado por la sensación de fuego en sus mejillas y anonadado por la cercanía del mar de oro claro que eran los ojos de Kaminari en la luz matutina, Sero sólo pudo esperar inmóvil una ansiada calidez en sus labios. Lo que llegó, sin embargo, fue una ligerísima descarga que ascendió por su nunca, sus sienes, su pelo.

Aturdido, reaccionó con unos segundos de fatal retraso cuando el rubio salió corriendo a toda velocidad, envuelto en una risa que electrificaba el aire y gritando "¡¡Voy a hacer mil copias de esto!!".

— Espera- — musitó el pelinegro al salir repentinamente de su ensimismamiento — No, ¡¡Denkii!!

Kaminari Denki no solía ir corriendo a todas partes, lo que le valía una reputación de puntualidad poco confiable, pero cuando lo hacía era, según sus propias palabras, más rápido que el rayo.

Y Sero estaba pudiendo comprobarlo.

Cubrió el patio, las escaleras, decenas de pasillos, en zancadas amplias, pero sólo alcanzó al rubio cuando estaban a pocos metros de la puerta del aula. La risa que bullía desde lo más profundo de su ser había borrado cualquier rastro de vergüenza por ver su sentimental confesión esculpida en mil tarjetas de memoria, pero ya no importaba. Iba más allá de eso. Kaminari arrastraba con él todo un campo eléctrico y el correspondiente campo magnético, y Sero no era quien para escapar a su efecto. Mientras el rubio se lo permitiera, Cellophane no abandonaría la retaguardia de Chargebolt, ya fuera para proteger su espalda, o, en situaciones como esta...

Si me lo pides por favor | Kamisero | SerokamiМесто, где живут истории. Откройте их для себя