No me arrepiento

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La escuchó gemir de ese modo tan agudo, aferrándose a las sábanas, y no pudo evitar hundirse más ella. Estar con ella, hacerlo con Helena, era una sensación que no había sentido antes.

—G-Gellyan —gimió cuando el rubio se abrazó a ella, comenzado a embestirla.

Al final, ninguno de los dos había podido seguir conteniéndose, y en el fondo, Gellyan sabía que Helena terminaría por arrepentirse luego... Porque ella realmente había querido evitar tener sexo con él.

Se abrazó a ella, besándola, y Helena pasó suavemente sus manos por la espalda de Gellyan, enterrando sus uñas al sentir que él tocaba aquel punto tan placentero, haciéndola delirar.

Separó sus labios de los de él, y gimió, aferrándose a su espalda.

—N-No te... Detengas.

***

La miró dormir, inseguro, y con cuidado la giró en la cama. Cómo le había prometido aquella vez, se quedaría con ella abrazándola, como lo estaba haciendo.

—Hele.

—Hm —murmuró en dormida.

Besó suavemente su frente, y la abrazó a su pecho, acariciándole el cabello.

—Perdón por esto... No puedo dormir, siento que es mi culpa que termináramos de este modo, en la cama. Perdón, Hele —murmuró—. Si al despertar me pides que me vaya, lo entenderé.

Respiró profundo, sintiéndose tan culpable, que de la culpa, rápidamente pasó a la aflicción.

—Lo siento, perdón —susurró besando su frente, la punta de su nariz, sus mejillas—. No quiero que te sientas triste al despertar, y no sé que hacer ahora. ¿Debo irme? ¿Quedarme? Quizás al despertar, te sientas avergonzada de verme aquí en la cama a tu lado.

Tal vez ella no quería hacerlo con él, en un primer momento, no sólo porque era un desconocido, sino también un vagabundo.

Respiró profundo y se cubrió los ojos con una de sus manos, angustiado ya.

—Perdón, Hele... No tendría que haber aceptado quedarme aquí.

***

Se giró en la cama, y al no sentir a Gellyan, abrió rápidamente los ojos, sentándose. Se cubrió el pecho con las sábanas, y salió de la cama.

—¿Gellyan? ¿Estás en el baño? —preguntó con temor, buscando su ropa interior.

Se la colocó, y luego tomó una bata, saliendo de la habitación al no verlo tampoco en el baño. Él no solía irse sin avisarle, incluso si ella estaba durmiendo, la despertaba para notificarle que saldría.

Bajó las escaleras cerrándose la bata, sintiéndose extraña en ese momento.

—Gellyan ¿Estás en la cocina? —preguntó en un tono alto, al no encontrarlo en la sala.

Caminó con pasos lentos hacia la cocina, sintiéndose estúpida, decepcionada. Quizás eso era lo único que él estaba buscando, por lo que se estaba quedando en su casa.

Encendió las luces de la cocina, y respiró profundo, sintiendo un nudo en la garganta, y sus ojos aguarse.

—S-Sólo fue sexo, sólo... Usó p-palabras bonitas p-para llevarme a l-la cama. Qué estúpida —suspiró, cubriéndose el rostro ambas manos.

Respiró profundo, y un sollozó se escapó de sus labios. Al final, le volvía a pasar lo mismo. Ayudaba a una persona rota a estar bien, y la que quedaba mal parada después, y sola, era ella.

Nadie iba a estar allí para levantarla una vez más.

—Hele.

Se giró al escuchar la voz de Gellyan, y se apresuró a ir hasta él y abrazarlo con fuerza.

—Lo siento.

—¿Por qué te disculpas? —sollozó.

—¿Tú por qué lloras? —preguntó en un tono bajo.

—Pensé que te habías ido, tonto, me asustaste.

—¿No estás arrepentida de haber estado conmigo?

—No, claro que no.

Gellyan respiró profundo y la abrazó a él, besando su hombro, su cuello.

—Perdón por asustarte.

Helena negó con la cabeza y lo tomó del rostro, para besarlo en los labios.

—Quédate a mi lado, nada más te pido.

Se había quedado del otro lado de la cocina, afuera en el patio, esperando a que ella despertara para ver su reacción. Pero al escucharla llorar, no pudo evitar entrar y abrazarla.

No podía ser tan cruel y frío como su amigo, para irse sabiendo que había lastimado a alguien.

—Hagamos el desayuno juntos —sonrió dándole un último beso en los labios.

La miró a los ojos, y le secó suavemente el rastro de lágrimas que habían en sus mejillas, y por debajo de sus ojos, antes de darle un suave beso en la frente.

—De acuerdo.

—Gellyan.

—¿Qué?

Miró sus ojos azules, sin poder ocultar lo que sentía en ese momento al observarlo.

—Estoy... Estoy enamorada de ti —pronunció juntando valor, sintiéndose tan apenada de decirle algo así.

...

Regalo de NavidadWhere stories live. Discover now