Sofía

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—Definitivamente, será rubia como tú. Mira sus pestañas, sus cejas, ni se ven de lo clarita que son —sonrió Helena viendo a su hija, quién estaba durmiendo en sus brazos.

—¿Estás feliz con ella?

—¿Qué pregunta estúpida es esa, Gellyan? Por supuesto que sí, la amo, es mi hija, y es la niña más bonita que vi en mi vida. Sólo mírala, es una gatita perfecta. Pero tú no te ves para nada emocionado.

—No lo mal interpretes, la amo, pero tú querías un niño.

—Sí, pero vino ella. Y debía ser niña, ya está, Gellyan.

El rubio miró a la bebé, y le tocó suavemente la cabeza, escuchándola quejarse.

—Ella se ve tan chiquita, frágil. Y es tan hermosa, parece uno de esos bebés que salen en las revistas.

—Es que fue cuidada con mucho amor —sonrió dándole muchos besos cortos en los cachetes—. Todo lo que ella quería, comía. O sea, pan y mantequilla —rio.

Gellyan respiró profundo, y se cubrió los ojos luego con una mano. Helena lo miró, confundida.

—¿Qué pasa?

Negó con la cabeza, sin poder responder, y un suave sollozó se escapó de sus labios.

—Gellyan.

—Todo lo que quería era una vida a tu lado, con nuestro bebé, ser una familia feliz, y lo arruiné. Y ahora que ella nació ni siquiera puedo sentirme feliz, por las cosas que te hice a ti —lloró angustiado—. Yo sé que no me crees, pero en verdad estoy muy arrepentido por lo que hice, no hay día en que no me maldiga por haberte dañado. Tú no te merecías algo así, y no te fallé sólo a ti, sino también a nuestra hija.

Se cubrió el rostro con ambas manos, y lloró de forma sonora, afligiendo también a Helena.

—Quería ocultártelo, y sé que eso fue mucho peor, pero fue para no lastimarte, no quería que te sintieras decepcionada, o menos mujer. No quería herirte, porque tú no te merecías algo así. Pero en verdad... Fue algo que simplemente pasó, que no se pudo evitar en ese momento. Nosotros a veces actuamos como animales, y... En ese momento ni siquiera estaba pensando. Pero sí soy culpable de haber pasado tiempo con ella, de no haberme alejado a tiempo y descuidarte a ti.

Helena respiró profundo, y luego lo abrazó con su brazo libre, sin soltar a su hija que aún dormía. Sabía que estaba siendo débil, estúpida, pero tampoco era de piedra para no sentir nada al verlo llorar de ese modo.

Gellyan se aferró a su cintura, y apoyó su cabeza en el pecho de ella, sollozando.

—Yo te amo demasiado, quiero que lo sepas, por más que no me creas, te amo de verdad, Hele.

Tenían una visión muy diferente del amor. Porque ella lo amaba y jamás lo hubiese engañado.

—Ya está, dejemos el pasado atrás, por el bien de nuestra hija —pronunció en un tono bajo.

***

"—¿Vas a dejar que ese tipo esté aquí? Helena-

—Mamá, parí hace dos días, estoy fastidiosa, y lo único que quiero es paz ¿De acuerdo? Si vas a traerme problemas, mejor vete."

Nadie había estado de acuerdo con que Gellyan visitara a la niña en la casa de Helena, incluso le habían dicho que él solo quería utilizarla una vez más.

Helena se estaba bañando, y había dejado a la bebé al cuidado del rubio. Pero su madre no había querido irse de la casa.

—Ay, pero qué haces, le lastimarás las columna —pronunció la señora quitándole a la bebé de los brazos—. No sé en qué diablos piensa mi hija para dejarte entrar aquí, y estar en contacto con la niña.

—La tomé con cuidado como Helena me enseñó.

—Ustedes para lo único que son buenos es para embarazarnos y engañarnos, nada más —pronunció con rabia, yéndose de la habitación con la bebé.

Gellyan respiró profundo, y luego se dirigió a la cómoda de la bebé, guardando la ropa que ya estaba limpia.

¿Cómo decirle que no era verdad? Si él le había hecho lo mismo a Helena.

—¿Y Sofía? —le preguntó la castaña saliendo del baño.

—La está cuidando tu mamá, dice que yo no sé tomarla —pronunció bajo, haciéndole la cama a ella.

—Ash, que mujer insufrible —rodó los ojos Helena, saliendo de la habitación.

Gellyan terminó por acomodar las cosas de la bebé, y cuando estaba por salir, la castaña entró con la niña en brazos.

—Ten, e ignora a mi madre cuando se pone así.

—Ella tuvo tres hijos, entiende más que yo sobre esto.

—Sólo tómala, Gellyan.

Acomodó a la bebé en los brazos del rubio, y luego terminó de secarse el cabello.

—¿Lo ves? Ella está bien.

Gellyan miró a la niña, y luego le dio un beso en la frente, haciéndola cerrar sus ojitos azules. Cuando la madre de Helena estaba en la casa, él casi ni podía pasar tiempo con su hija.

—Te amo, Sofi.

...

Regalo de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora