Viaje con sorpresa

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Luego de hablar con la central de la isla, y que Gellyan les explicara su situación, y la relación que tenía con Helena, habían aceptado hacer una excepción con la castaña.

Ella podía entrar a la isla, pero no recorrerla, tendría que quedarse en el hotel de alojamiento para humanos, durante el tiempo que decidieran quedarse.

Y aunque a Gellyan no le gustó aquello, Helena rápidamente aceptó la oferta. Ella sólo quería que él pudiese volver a su hogar y ver a su familia.

—Muy bien, tenemos un mes para preparar todo, y para que desde la isla te envíen tu pasaportes —sonrió la castaña observando la lista que había hecho—. Aquí están los estudios que debemos realizarnos para poder viajar, y las cosas que tenemos que comprar.

—No te preocupes mucho por la ropa, Hele, eso es lo de menos. Creo que lo más lo importante es conseguir el apta médico.

—Ya reservé los turnos esta mañana en la clínica, no te preocupes —sonrió.

—En verdad yo quería que tú pudieras recorrer la isla conmigo, enseñarte mi hogar.

Helena sonrió y lo tomó del rostro, acariciado sus mejillas.

—Con saber que podré acompañarte me es suficiente, Gellyan. Además no vernos también es bueno.

—¿Cómo que es bueno? —le preguntó confundido.

—Para poder extrañarnos y querernos más —sonrió antes de besarlo.

***

Una semana después de realizar la llamada a la isla, ambos se encontraban ahora en la clínica para poder retirar los resultados de los análisis de sangre y orina que habían dejado unos días atrás.

Si todo salía bien, como ellos así lo creían, ya tendrían el apta médico para poder viajar sin inconvenientes. Sólo bastaba que la médica clínica viera y firmara el permiso.

—Ven, cariño, nos toca a nosotros —sonrió tomándolo de la mano, al escuchar que la llamaban.

Entraron al consultorio, y ambos se sentaron frente al escritorio, mientras la doctora los saludaba y les hacía algunas preguntas, antes de tomar los resultados.

—Muy bien, todos los valores están perfectos, dentro de los límites normales. Ya puedo firmar el permiso de ambos, pero tú Helena, antes de viajar, te recomiendo que vuelvas a hacer un cita con el ginecólogo.

—¿Por qué? —le preguntó confundida, con cierto temor.

La mujer la miró, luego de firmar el permiso de Gellyan.

—Estás embarazada ¿No lo sabías?

—¿Qué? —pronunciaron ambos a la misma vez.

—Ya veo, no lo sabían. Sí, tanto en los resultados de los análisis de sangre como de orina, da que estás embarazada, cariño. Te recomiendo que acudas al ginecólogo antes de viajar —expresó firmando y colocando el sello en el permiso de ella—. Tal vez te pida una ecografía para conocer el tiempo, ya que tú ni sospechabas que estás embarazada. Lo que me lleva a pensar que tuviste tu periodo todo este tiempo.

—S-Sí.

Luego de aquello, los dos salieron del consultorio, sin poder procesar aún la noticia... ¿Embarazada? ¿Pero cuándo?

—Hele.

—No entiendo cómo pudo pasar, siempre nos hemos cuidado, bueno, sólo dos o tres veces no, pero tú... Te corrías afuera, no lo entiendo.

—¿Es mi culpa?

—¡No! Claro que no, no es tu culpa, es sólo... Qué no esperaba un bebé ahora —suspiró sentándose en un banco.

—¿Estás molesta? ¿Triste? ¿Enojada? —le preguntó preocupado.

—No, sólo sorprendida, confundida. Vayamos a pedir una cita con el ginecólogo, quiero que me haga una ecografía para saber de cuánto tiempo estoy. Y estoy segura que debe ser un mes como máximo.

La miró, y luego asintió con la cabeza, sin decir nada. Ella no lucía feliz.

***

Luego de volver de la clínica, no habían tocado el tema del embarazo nuevamente, y Helena prácticamente no había hablado tampoco durante todo el día.

Lo cual sólo estaba preocupado más a Gellyan.

—¿Estás bien?

—Sí —le dijo comiendo unas palomitas de maíz.

Estaban acostados en el sillón, Helena siendo abrazada por Gellyan, mientras miraban una película.

—Quieres... ¿Quieres hablar del bebé? —pronunció en un tono bajo.

La castaña suspiró, y tomó un puñado de palomitas.

—No me emociona, quiero ser sincera contigo, pero de todos modos lo tendremos, Gellyan. Fue un accidente, ya está aquí.

—Lo siento.

—No es tu culpa, cariño —le dijo dándole un beso en le pecho—. Luego de que nazca, me pondré un diu, o algún método anticonceptivo que nos ayude a prevenir de forma más efectiva otro embarazo no deseado.

—Está bien —murmuró.

No, ella no estaba feliz, sólo resignada.

...

Regalo de NavidadWhere stories live. Discover now