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El nuevo profesor contra las artes oscuras era... diferente. En apariencia de todos modos. Ruth nunca había visto a alguien con un aspecto tan peculiar; fascinante pero aterrador. Alastor Moody, o Ojoloco, como lo bautizaron los estudiantes, era un hombre que cojeaba cuando caminaba ya que una de sus piernas era de madera. Su rostro (que parecía tan aplastado como el de un pug) estaba lleno de cicatrices y tenía un ojo falso, de color azul eléctrico, y zumbaba en su cuenca. Su ancho cuerpo le daba el aura de un villano, pero su reputación como auror anulaba eso. Los estudiantes que ya habían asistido a una de sus clases habían informado que el profesor Moody era un genio.
Ruth, que por lo general llegaba temprano a clase, se quedó afuera del aula de Defensa contra las artes oscuras a las doce menos diez el martes con Casper. Ya había una fila para entrar al aula. La gente estaba entusiasmada con lo que Moody tenía reservado para su clase.
Ruth también estaba emocionada, porque Defensa era una de sus asignaturas favoritas. Estaba ansiosa por aprender más y perfeccionar sus habilidades de duelo, por si acaso.
Casper la sentó en un asiento en medio de la habitación. Una gran charla llenó la habitación cuando Moody entró, lo que provocó que la charla se silenciara de inmediato.
El hombre extraño miró a su alrededor con un gruñido, arrojando su maletín sobre su escritorio sin preocuparse mucho por sus comentarios.
—Mi nombre es Alastor Moody, y así me llamarás—gritó el profesor, —Guarda tus libros. No los necesitarás.
Los estudiantes miraron a los demás antes de retirar sus libros.
Moody apuntó con su varita a Ruth, quien estaba siendo más lenta con las intrucciones.Su libro fue sacado de su mano y metido en su bolso por la magia de Moody. La forma en que su ojo falso se centró en ella hizo que la chica Ash se sintiera incómoda.
—Los libros son inútiles—dijo Moody simplemente. —Seguro que pueden enseñarte hechizos, pero no pueden enseñarte lo que es estar en un campo de batalla, luchando por tu propia vida.
Ruth tenía miedo de respirar por si el ojo volvía a atravesarla. Otros parecen sentir lo mismo, ya que nadie pronunció una sola palabra.
—Tengo mucha experiencia—dijo Moody. —Soy responsable de muchos de los mortífagos en azkaban y por eso, soy un objetivo muy popular para los ataques—señaló a su nariz, a la que le faltaba un gran trozo. —El encantamiento Expulso, el encantamiento Confringo—agregó señalando su pierna de palo, —Ambos hechizos son muy similares, pero uno usa calor. Uno de ellos derritió mi pierna derecha.
Ruth se estremeció, como algunos otros.
—Estoy aquí para enseñarte cómo sobrevivir, no cómo luchar—explicó Moody. —Y será mejor que prestes atención. No tengo miedo de usar maldiciones imperdonables.
El hombre soltó una risa ronca, pero nadie se rió con él. Ninguno estaba seguro de si estaba bromeando o no.
Así comenzó una de las clases más interesadas en la vida de Ruth. Había comenzado a tomar notas, pero pronto se encontró invirtiendo en las palabras de Moody para levantar su pluma. Ella absorbió cada palabra que él dijo, decidida a memorizarlas y usarlas cuando se convirtiera en auror.
La clase terminó muy rápido, con la campana haciendo que Moody sacara su varita a la defensiva. Terminó la clase sin tarea, lo que mejoró aún más su reputación con los estudiantes.
—Eso fue increíble—, dijo Ruth mientras se caminaba hacia el gran salón con Casper. —¡Es el mejor maestro que hemos tenido!
—Lupin era bastante bueno—dijo Casper, sintiendo simpatía por su maestro anterior. Los amigos se sentaron en el lugar habitual.
—Sí, pero no era un auror—argumentó Ruth. —No había tenido la misma experiencia que Moody. Moody sabe lo que es lidiar con él.
—¿Con ya sabes quien?— Susurró Casper —Bueno, no hay necesidad de saber sus trucos el desaparecio.
Ruth se encogió de hombros, silenciosamente aceptando no estar de acuerdo con su amigo, —supongo que no puedo esperar a que las otras dos escuelas lleguen aquí para el torneo.
—Yo también,—estuvo de acuerdo Casper. —Será un pensamiento extraño, no creo que puedan caber más personas aquí.
—Nunca subestimes a Hogwarts—Ruth movió su dedo hacia él juguetonamente.
Casper puso los ojos en blanco y comenzó su almuerzo. —Casi me envian a Durmtrangs, sabes.
—Bueno, ¿no estás contento de que te enviaron aqui?—dijo Ruth dramáticamente. —No me hubieras conocido.
Casper le envió una mirada sucia. Por supuesto, fue temido. —Sí, estoy tan feliz.
Ruth se rió entre dientes y comenzó su almuerzo. —¿Quizás puedas ir con ellos cuando termine el torneo?.
—Con suerte—dijo Casper seriamente, pero no pudo aguantar la risa cuando las expresiones de Ruth se tornaron completamente ofensivas.
