•Capitulo 19•

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—Oh—exclamó, viendo las maletas fuera y dentro del coche—. Vuelvo a los Ángeles.

Diego dejo de sonreír y su mente se quedó en blanco.

«¿Qué?»

——— ♡ ———

Diego.

—¿Porqué?— Exclamó Diego
—. No puedes—dijo. Estaba enojado y confundido.

Joaquín no podía irse. No. El tenía que quedarse , en México, terminar sus estudios, después casarse, adoptar dos niños, tener una mansión, un lindo auto y 101 dálmatas.

Con Diego.

Porqué Joaquín debía estar con Diego.

¿Verdad?

—Dejame explicarte bien...— trató de decir Joaco, pero fue interrumpido por el rubio castaño.

—¿Porqué no me dijiste?— volvió a decir, con expresión triste.

—Diego...—suspiró.

—¡Voy contigo!—dijo.

—¿Qué?

—¡Sí!— volvió a decir —. Yo...eh, ¡Yo quepo en esa maleta!— señaló una maleta, que posaba afuera del auto. Azul.

—No, espera, Diego...

—¡Es que no te puede ir! ¿Y la escuela?

—Salimos de vacaciones la semana pasada— contestó.

—Bonito...

—Diego... —repitió.

Sin previo aviso, Valdés lo abrazó, con fuerza, encomiendo su cabeza en el cuello de Joaco.

Joaquín le acarició la espalda
—. Diego-...—se detuvo—.
¿¡Diego estás llorando!?

Valdés lo apretó más.

—Diego, Diego, no llores— Joaquín no sabía que hacer. Nunca supo que hacer exactamente cuando alguien lloraba—. Joder, Diego, ¡Es solo una semana!

El chino habrío los ojos, se separó de Joaquín, aún sosteniéndolo por los hombros. Tenía los ojos acuosos—. ¿Que dijiste?

Joaquín suspiró—. Solo es por una semana—explicó—, mis abuelos viven allá—prosiguió—, mi abuelo está enfermo y mi madre se preocupó. Iremos a verlo solo por una semana—recalcó las últimas palabras—, y, si te dije hasta ahorita, es porque a mí me dijeron está mañana. Fue como una sorpresa. Lo siento, de todas manera—finalizó.

Diego volvió a sonreír, aún con sus ojos cristalinos. Abrazo a Joaquín de nuevo.

—¿Porqué no mencionaste antes?— susurró en el oído del castaño.

—¡Porqué no me dejaste!— contestó.

Diego río, avergonzado—. Lo siento—musitó.

—Eres un tonto—dijo, besó al chico más alto.

No se dieron cuenta, pero atrás de ellos se encontraban las hermanas de Joaquín, observando todo.

María y Fernanda reían bajito, Azul solo alzaba las cejas y Renata tomó varias fotos.

—Éstas las verá la abuela—dijo, viendo las fotografías en su celular.

—¿Estás seguro que sólo será una semana? —preguntó Diego, una vez que se separaron.

Joaquín le acarició el pelo (o intento) —. Sí, Diego. Seguro       —contestó—, de todas maneras, si mamá decide quedarse unos días más, te lo diré. Por mensaje o te llamo, no lo sé.

BitterSwett 𔔀 ִֶָ  VALDONIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora