7. Nombres

3.6K 399 98
                                    

Samuel:

Fran me había dicho muchas, muchas, muchas -es que es muy pesadito el chaval- veces que últimamente me veía más contento y jovial. Yo solamente había negado ante esas palabras para simplemente, reír segundos después. Sí, puede que estuviese un poco más... contento de lo habitual, pero es que en esta última semana, había momentos en los que no soltaba el teléfono. 

15: 07

>> Yo: ¿Has probado alguna vez los tallarines que son típicos japoneses? :/<<

Escribí rápidamente, casi sin mirar la pantalla. 

15:07

>> Chiqui: ¿Ramen?... Nop ;(. ¿Me estoy perdiendo gran cosa? <<

Hace como dos semanas y media, el tiempo que llevo mandando mensajes sin parar con la gran persona que está tras la pantalla, posiblemente le había buscado un tras fondo... sucio a la última oración, pero es que en estos siete días últimos, habían sido todos tan tiernos y puros -aunque claro, a veces, nuestras indirectas no tenían nada de eso- que no me lo permití. 

15:08

>> Yo: Bien. No lo hagas. Jamás. <<

Solo un segundo después ya tenía respuesta. Era sábado, por lo que deduje que ella hoy no tenía que ir a trabajar, o es que se estaba escapando de su turno para hablar conmigo; el simple pensamiento de esto último me llenó el pecho de un calor inimaginable. ¿Estaría haciendo eso por mí? Negué ante esa simple idea. 

15:09

>> Chiqui: JAJAJAJA. ¿Tan malo está? Jajajajaja. <<

Me la quería imaginar riendo, a mi lado, pero no pude. 

Esperé unos segundos a que la pantalla del teléfono se iluminara, cosa que no pasó. Me sentí extrañamente vacío por unos segundos. 

-¿Con quién tienes una conversación tan extremadamente graciosa que haces que casi todo el restaurante chino se vuelva a mirarnos?- Preguntó Fran, quién me había arrastrado a este para comer, porque se le había antojado al chaval, entre susurros. 

Miré a mí alrededor, y por un momento me quise sonrojar, pero eso no era propio de mí. 

Fran me estaba mirando de una manera algo asesina, pero lo ignoré ya que él era el que normalmente me hacía pasar vergüenza a mí. 

Luís, un chico moreno, de ojos azules, bastante alto, estaba sentado junto a él, y al otro lado de la mesa estaba David, un chico pelinegro de ojos verdes. Con estos dos últimos, a penas tenía relación últimamente, ya que mayormente conocía a Luís por ser mi compañero de habitación, pero este al poco tiempo se mudó con David, y como en el tiempo que compartimos cuarto nos hicimos muy buenos amigos entre todos, solíamos quedar. 

Wigetta: Número equivocadoWhere stories live. Discover now