Wigetta: Número equivocado

13. Alejados

Samuel.

Mi corazón latía frenéticamente, sentía un nudo en la garganta y mi respiración era jadeante. Quizá por haber corrido tanto, quizá por todo lo que debía asumir, quizá... porque todas las esperanzas que tenía se desbordaron en un segundo cayendo al vacío. No pude hacer nada más que correr cuando vi a aquel chico, al parecer Guillermo, como me dijo que se llamaba aquel día en la cafetería, parado frente a esta. ¿Y si yo había mal interpretado las cosas?. ¿Y si... él solo venía a decirme que ella no había podido venir?.

"El regalo"- Me dije a mi mismo.

Eso también tendría una explicación... puede que ella le hubiese aquel presente para mi...

"Deja de engañarte"- Gritaba una voz en mi cabeza. Tenía razón, lo sabía, sabía que aquella persona con la que tanto había hablado últimamente no era una chica, 'G' era Guillermo, pero no quería aceptar la realidad... Se vive tan bien en la ignoracia. Es por eso que todo el mundo desea volver a su niñez, porque las preocupaciones son mínimas y la inocencia es la mayor virtud que se puede tener...

Mi móvil vibro sacándome de mis penssamientos, pero me negué a sacarlo de mi bolsillo. Todavia no estaba preparado para hablar con él, porque sí, parece ser que no era ella, si no él. Un chico. ¡Había pasado meses hablando con un chico!. Contándole mi vida, mis pensamientos, mis deseos... ¡¡Insinuándome a él!!. Dios mío... Y en verdad, lo que me molestaba, no es el hecho de que fuese un chico en si, si no la idea que se había formado en mi cabeza. Lo que dolía era la mentira, desenmascarar aquella trasparente tela que se había creado entre nosotros, donde yo pensaba que ella -ahora él- podía ser la persona por la que yo volviese a dar una oportunidad al amor...

Mi móvil siguió brivando, pero yo seguía sin sacarlo de mi bolsillo.

Miré al frente, y me di cuenta de que casualmente había acabado en el parque. Este me traía muchos recuerdos, y es que a veces solía escaparme cuando mis padres empezaban a pelear entre ellos, o mi progenitor empezaba a sobrecargarme con que si fallaba en la vida me marcarían de fracasado para siempre. Me costó demasiados años el dejar que sus palabras se clavaran en mi, pero al final, conseguí crear una extraña coraza ante estas...

Inhalo todo el aire que puedo y pienso en el día de hoy, en todo el revuelo y todo lo confuso y triste que me siento. Jamás pensé que iba a pasar algo como esto, y mayormente el día de mi cumpleaños... Si bien no es que le tuviese un gran aprecio a estos, ya que de alguna u otra forma siempre se estropeaban, como un tonto me había hecho ilusiones de que este año sería distinto ya que conocería a la persona con la que mejor me sentía en este último tiempo. Que de alguna u otra manera siempre me hacía reir, me hacía sentir bien conmigo mismo... ¿Ahora todo eso cambiará?.

De nuevo mi teléfono sonó, y esta vez era una llamada. Resignado alcancé mi móvil que estaba en el bolsillo trasero del pantalón y descolgué la llamada. Era mi madre.

(...)

Si bien podía creer que mi cumpleaños no podía empeorar estaba más que equivocado. Mi madre me había pedido -exigido más bien- que fuese a mi casa para celebrar con ellos que ya me hacía un año mas bien. En realidad lo que menos me apetecía ahora era ir a casa de mis padres, escuchar como mi madre me repetía una y otra vez que ya me estaba haciendo grande y ella quería nietos mientras mi padre repetía una y otra y otra vez que era un fracaso.

"Si, sin duda este es uno de los mejores cumpleaños"- Añadí mentalmente, sarcástico.

Si tan siquiera estaba escuchando lo que mi madre decía en realidad, solo la veía a ella mover la boca sin parar. Mis pensamientos seguían estando en esa misma tarde, donde ví a aquel chico parado en frente del café donde empezó -y al parecer, terminó- todo. En como me quedé paralizado y cuando me di cuenta ya estaba lejos, muy lejos de allí. ¿Qué habrá sido de él?. ¿Habré parecido tan gilipollas como yo pienso que soy, o quizá más?. ¿Estará él mal?.