CAPÍTULO 35

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Un sentimiento de felicidad recorre mi cuerpo como si de un rayo se tratase, sentir sus brazos rodeándome y respirar su aroma es lo único que necesito para que mi corazón se acelere. No tengo que darme la vuelta para darme cuenta que tenemos audiencia, sonrío contra el cuello de Jayden, no queriendo soltarlo en un buen rato.

-También te extrañe- respondo.

Jayden toma mis palabras como señal para apretarme contra él, como si pudiera fundir nuestros cuerpos en uno. Muy a mi pesar, rompo nuestro contacto, bajándome de su cuerpo.

-Hola, Isabel- dice Anabeth, con burla-. También estamos aquí, ¿sabes?

Un rubor se apodera de mis mejillas.

-Hola- contesto, viéndolos por primera vez desde que llegaron.

Me separo de Jayden para ir a abrazarlos cuando me doy cuenta de algo. Es viernes. Me detengo en seco, intrigada.

- ¿No se supone que regresaban el domingo?- pregunto.

- ¿Sorpresa?- dice Caleb, caminando en mi dirección antes de abrazarme.

Río débilmente, rodeándolo con los brazos.

-Te traje algo- comenta en un tono que solo me permite escucharlo a mí.

Caleb se aparta y se agacha para abrir una mochila roja que no había visto. La abre y saca dos latas. Curiosidad invade mis sentidos y él parece notarlo porque me sonríe de manera triunfal.

-Lo siento, Jayden- suelta, parándose-, pero no podía dejar que fueras el único que siempre esté complaciendo a nuestra querida Isabel.

Puedo sentir, más que ver, a Jayden acercándose a nosotros cuando Caleb me entrega lo que tenía en sus manos. Un grito de emoción sale de mi boca combinado con risa.

Miel de maple.

Niego con la cabeza, deleitada. A mi lado Jayden mira con incredulidad, incapaz de procesar la traición de su amigo.

- ¡Eres el mejor!- digo, riendo y abrazándolo de nuevo.

Es increíble como ya puedo saborearme un desayuno con Hot Cakes y usar la miel que me trajeron desde Canadá.

-Estás muerto, Caleb- dice Jayden, divertido-. ¿Acabas de sacarme la lengua?

-Tal vez.

Ruedo los ojos, humor corre por cada parte de mi cuerpo cuando volteo a mirar a Jayden. Tenerlos aquí a todos otra vez, juntos, me trae una felicidad inexplicable. Me la pasé muy bien en mis caminatas sola y en mis pequeñas salidas con Adam, pero no puedo negar que quiero aprovechar cada segundo de su compañía antes de que no pueda verlos a diario. Desarmo ese nudo de preocupación que amenaza con oprimir mi pecho. No voy a pensar en eso hoy, no voy a hacerlo hasta que esté en el aeropuerto lista para regresar a casa. Disfrutaré de los días que me quedan a su lado sin pena alguna. No quiero luego arrepentirme porque dejé que una tristeza adelantada no me permitió gozar el último mes.

-Alto- interviene Emma-. ¿Por qué ustedes dos huelen a café?- nos señala a Adam y a mí.

Adam es el primero en comenzar a reír y yo no tardo mucho en seguirle la corriente.

-Fue culpa de ella- se defiende Adam, acusándome.

-Claro que no y lo sabes.

-No me dijiste que ibas a arrancar el carro.

Lo miro, atónita-. Adam, te advertí como cuatro veces que ya iba a manejar.

-Tiré todo mi café en mi ropa.

La chica de los libros (En edición)Where stories live. Discover now