CAPÍTULO 42

693 132 75
                                    


La ciudad se hace cada vez más y más pequeña hasta que lo único que veo son nubes. Después de treinta minutos de vuelo, me pongo mis audífonos, dejando a la música como mi única compañía.

Me despierto cuando faltan tres horas para llegar a México

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me despierto cuando faltan tres horas para llegar a México. Decido que quiero volver a dormir. Si estoy dormida no estoy pensando y si no estoy pensando, mi pecho no duele.

Cierro los ojos, obligando al sueño a tomarme prisionera de nuevo.

Tarda quince minutos para hacerlo.

Gracias a que Adam me había ayudado con las maletas, no sentí el problema que era caminar con ellas por el aeropuerto, pero ahora estando yo sola, descubro que es más difícil de lo que parece

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Gracias a que Adam me había ayudado con las maletas, no sentí el problema que era caminar con ellas por el aeropuerto, pero ahora estando yo sola, descubro que es más difícil de lo que parece.

Acomodo mi bolsa de mano en mi hombro y agarro las dos maletas. Mucho mejor. Camino junto con los demás. Cuando salgo del lugar donde se recoge el equipaje, siento que puedo respirar en lo que parecen décadas.

Mi familia está aquí, esperándome. Lo primero que veo es a mis dos primitos: Leo y Sergio. Ambos están corriendo en mi dirección con flores en la mano. Me hago a una orilla, dejo las maletas y me hinco, abriendo mis brazos. Leo, el menor, es el primero en llegar hasta mí y abrazarme. Sonrío, apretándolo contra mi cuerpo.

-Te extrañé- le digo.

- ¡Yo también!- dice, separándose de mí-. ¿Qué me trajiste de regalo?- pregunta, haciéndome reír.

- ¡Leo!- lo regaña Sergio, quien es mayor por dos años-. No seas grosero- su atención vuelve a mí-. ¡Isabel!- me abraza.

-Hola- lo abrazo-. Dios, te extrañé mucho.

-Te extrañé más. Fuimos a la playa, pero no fue divertido sin ti.

-Eso se puede arreglar- despeino su cabello café castaño-. Vamos a la playa todos juntos.

- ¡Sí!- dicen al mismo tiempo.

-No les des esperanzas a los niños- dice mi madre.

Me paro y la rodeo con mis brazos-. Hola, mi niña.

La chica de los libros (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora