Capitulo 18

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Siete horas.

Siete horas fue lo que tardó esa foto en estar en todas partes: Redes sociales, revistas y periódicos.

En dos horas Ethan ya había hecho que todo rastro de esa foto fuera eliminado del internet, ¿Cómo lo hizo?, no tengo ni idea. Desgraciadamente, su poder no es tan grande. La foto ya no estaría al alcance de un Click,, pero, sí lo estaría en cada revista del país. Solo ruego que esto se quede de manera nacional y que mi cara no termine siendo vista por personas de Rusia.

Lana logró conseguir una entrevista con Jackson para tratar de mantener lo que la gente dirá al margen. Una gratitud enorme se asentó en mi pecho cuando me di cuenta de que todo lo hacían por mí, para que yo no fuera el centro de atención por las próximas semanas. Ser fotografiada con Jayden Jones no es cualquier cosa, y menos en la forma en la que estábamos al momento de que el paparazzi decidió tomar esa foto.

Nadie sabe cómo demonios esa chica logró infiltrarse a la fiesta, no es cómo que pudieran interrogarla tampoco, ya que ella solo tomó lo que necesitaba y salió corriendo del lugar.

Una vez que pasó el chaos inicial, ya una vez en el hotel lista para dormir y con los nervios a flor de piel, me tomé el tiempo de observar la fotografía que no había tardado ni una hora en estar en las redes. Supongo que la chica lo único que hizo fue llegar a su trabajo y compartir la foto con el mundo. Solo tuve que ver la foto dos segundos para darme cuenta que la situación era mala, muy mala.

Los cuerpos de Jayden y el mío estaban tan pegados que si no fuera por el contraste de color de nuestra ropa, no se distinguiría donde comienza el mío y donde el de él. Nuestros rostros estaban a centímetros de distancia, nuestras frentes tocándose, y la mirada de Jayden estaba puesta en mis labios; la mía en los suyos. Su agarre en mis caderas era delicado; al contrario del mío, mis manos lo único que querían hacer era empujar su cabeza un poco más para poder probar sus labios. Gracias a los cielos que en una foto no se puede ver las intenciones de las personas.

Jayden cuando se dio cuenta de que había paparazzi en el lugar, me cubrió con su cuerpo, poniéndose él entre la cámara y yo. Un segundo estaba a punto de besarlo y al siguiente Jayden me tenía apretada contra su pecho, su mano cubriéndome la cara como si tratara de evitar de que mi identidad se revelara al mundo. No supe como reaccionar a ese gesto que se sintió tan intimo, tan protector, así que lo rodé con mis brazos y apreté mi rostro un poco más contra su pecho. Cuando por fin nos alejamos, el enojo que vi en sus ojos me dejó sorprendida.

La fiesta no duró mucho después de eso. Cenar fue lo único que hicimos antes de decidir que era mejor irnos a descansar, nadie se sentía seguro sabiendo que alguien había logrado pasar por la seguridad no solo del hotel, sino también de los guardaespaldas que nunca los dejaban solos.

Todos se negaron cuando propuse irme en Uber al hotel, en especial Jayden, cuya mano nunca dejó mi espalda baja. Así que fue él quien tomó la tarea de asegurarse de que llegara bien a mi cuarto.

En el silencioso trayecto mi mente me traicionó reproduciendo otra vez la escena de cómo Jayden se veía bailando y cómo se movía de una forma que parecía que hubiera sido bailarín desde que nació. Siempre que trataba de pensar en otra cosa, mis pensamientos se dirigían a él de una forma o de otra. A mi lado Jayden estaba tenso, lo pude notar por como apretaba el volante y miraba constantemente por los espejos en busca de algo...de alguien.

-Bailas bien- fue lo único que dijo en el viaje de veinte minutos.

-Lastima que no puedo decir lo mismo de ti- respondí, tratando de relajarlo un poco.

Por la sonrisa burlona que me dedicó supe que lo había logrado.

Llegar a la puerta de mi habitación fue la verdadera prueba. ¿Cómo demonios te despides de alguien que estuviste a nada de besar?. Jayden parecía pensar lo mismo, ya que sus ojos escaneaban cuidadosamente mi cara. No lo pensé mucho antes de murmurar un "buenas noches", gracias a los tacones estaba casi de su altura, así que no necesité ponerme de puntitas para darle un rápido beso en la mejilla. No me permití ver que cara puso porque entré a la habitación sin mirar atrás. Escuchar su risa al otro lado de la puerta esparció una calidez en mi pecho que me niego a reconocer.

La chica de los libros (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora