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—Es que, noona

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—Es que, noona. —Soobin sabía que estaba mal espiar, pero Yeonjun había estado jugando Among us con él contra Yeji y Taehyun antes de recibir esa llamada y quería saber que era tan importante como para responder la llamada en el pasillo.— No puede simplemente mensajearme de la nada a decirme que extraña hablar conmigo después de la actitud de mierda que tuvo. No porque sea mi mejor amigo voy a aguantar sus tratos de porquería, por una mierda.

El mayor calló por un momento y Soobin aguantó la respiración. El pequeño se sentía más tranquilo sabiendo que no era el único con su oreja recargada contra la puerta, Taehyun era igual de chismoso que él.

—Perdón, Nayeon noona, me estoy desquitando contigo. —Soobin escuchó su voz triste y arrepentida y eso hizo que el pequeño también se sintiera triste.— Lo extraño y muero por hablarle, pero no seré el juguete que cree que soy para él.

Más silencio.

—¿Escucharlo? Noona, Beomgyu no puede simplemente besarme un día y presentarme a su novia al siguiente. Somos amigos desde primaria, llevo enamorado de su pendejadez desde los doce años y lo sabe. Él me dijo que también le gustaba. Si era así, ¿por qué hacerse novio de Dahyun noona?

Soobin no sabía porqué tenía ganas de llorar. ¿Su hyung estaba enamorado de alguien? ¿de ese tal Beomgyu que lo ponía triste? No, no le agradaba ese tal Beomgyu. Yeonjun le había explicado al pequeño que dos chicos besándonos no era algo malo, pero ¿entonces por qué Soobin odiaba tanto la idea de Yeonjun siendo besado por el desconocido?

Yeonjun volvió a hablar.

—Sí, ya sé que tendré que verlo cuando regrese. —ahora el mayor se escuchaba algo estresado.— ¿Yo? Pues, sí, podría decirse que la estoy pasando bien, Taehyun está aquí. —más silencio y luego una risita de su hyung.— Bueno, prácticamente nos cargan de niñeros. La niña es muy llorona, pero no es tan molesta, sabes que estoy bien con Yeji y el pequeño Soo es un amor así que no me quejo.

¿Pequeño Soo? ¡Ese era él! ¡Su Yeonjun hyung estaba hablando de él y había dicho que era un amor! Ya no quería llorar, ahora tenía una de las sonrisas más grandes y amplias del universo.

—Iré a verte cuando regrese, noona. Cuida y dale un besito a Beomie por mí. Adiós.

—Oh, mierda. Acá viene. —el pelirrojo tomó al pequeño Soobin del brazo y los alejó a ambos de la puerta, tirando al menor a la cama con su tablet mientras él se sentaba en el suelo.

Taehyun lo había movido tan rápido que se había mareado.

—¿Otra partida? —preguntó el pelirrojo al mayor.

—Beomgyu llamó a Nayeon noona. —soltó en respuesta. Yeonjun sentía que ya podía hablar libremente, al menos un poco más libremente, de su problema amoroso ahora que el pequeño entre ellos sabía su secreto.— Le pidió que hablara conmigo, para que le contestara los mensajes.

—¿De verdad te besó, hyung? —preguntó Soobin y Taehyun agradeció internamente.

Al pequeño no lo regañaría por escuchar por la puerta.

—Sí, bebé. Y ahora tiene novia.

—¿Sigues sin contestarle, oppa? —Yeji preguntó sin levantar la mirada de su teléfono. Al parecer la menor estaba bien enterada del asunto, posiblemente Yeonjun se había desahogado con ella.

—No planeo hacerlo.

—Pero lo verás en el estudio. —Taehyun sabía que ambos mejores amigos, Yeonjun y Beomgyu, eran bailarines y que ambos participaban en el mismo estudio.— Y tendrás que ver a su novia también.

El mayor se encogió de hombros.

—Puedo vivir con eso. Trataré.

Aún cuando su hyung estaba rindiéndose, Soobin tenía un muy mal presentimiento por causa de ese tal Beomgyu. En serio no le caía bien.

—¡Hyung!

Llamó la atención de todos el pequeño Soobin principalmente porque, siendo un niño, era fácil de leer; estaba enojado, tenía un puchero en sus labios, sus ojitos brillosos estaban entrecerrados y su ceño estaba fruncido y, aunque estuviera enojado, era adorable para el resto.

—Dime, bebé. —respondió Yeonjun. No quería reírse y que el niño pensara que estaba burlándose de él.

—No quiero que vuelvas a ver a ese tal Beomgyu.

Yeonjun ladeó la cabeza con una sonrisa llena de adoración a su reacción adorable.

Eso enojaba a Soobin aún más.

Quería que su Yeonjun hyung lo tomara en serio.

—¿Por qué no?

—Porque eres mío.

Y se hizo el silencio. Soobin estaba demasiado molesto como para que sus nervios relacionaran la ausencia de reacción o sonido con él posiblemente diciendo algo malo.

Hasta que su hyung, quién lo había mirado fijamente por unos segundos, se sentó junto a él en la cama y lo subió a su regazo.

—Soo, nene, eso no es cierto. —le habló con dulzura y paciencia.— La personas no tienen ni son propiedad de nadie. Nadie será verdaderamente tuyo, ni siquiera yo, así como tú tampoco eres de nadie más que no seas tú mismo.

—Pero yo amo a Yeonjun hyung.

—Y hyung también te ama. —le prometió el mayor con esa sonrisa, aquella que Soobin adoraba.— Pero yo no soy propiedad de nadie.

Incluso con esas palabras, el pequeño no estaba del todo convencido. Soobin sentía que algo estaba mal, pero, rendido ante los lindos ojitos de gatito de su mayor, asintió dándole la razón.

—Okay, hyung.

—¿Y podrías guardar todo esto como secreto de tu mamá? Nadie fuera de esta habitación y mi madre saben de mi cosa.

—No le diré a nadie, hyung. —el pequeño había asentido frenéticamente, ganándose un beso en la frente.

—Gracias, bebé.

Su Yeonjun hyung le había sonreído de tal forma que lucía como los gatitos felices de las caricaturas.

Y Soobin ni pensaría siquiera en traicionar a su palabra cuando recibía esa sonrisa cada vez que hacía algo bien para él.

A Soobin le encantaba hacer a su hyung feliz.

A Soobin le encantaba hacer a su hyung feliz

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palabras: 973.

editado: 23/09/2022.

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