s e v e n

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—¿Cuándo nos vamos a casa?

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—¿Cuándo nos vamos a casa?

El último día de la estancia de Hyuna ahjumma y su hyung había llegado, y Yeonjun no parecía tener la intención de parar de preguntar, apenas en el desayuno, cuándo se irían a Seúl, como si hubiese estado muriendo por irse. Eso ponía a Soobin muy, muy triste. ¿Por qué su hyung quería irse? ¿Había hecho algo malo acaso?

Yeji había leído la expresión del menor sentado junto a ella y le tocó el hombro para que la mirara.

—Yeonjun oppa tiene un gatito. No le gusta dejarlo mucho tiempo solo, por eso casi nunca sale de viaje.

—Ouh.

—Mi pequeño Beomie debe extrañarme, no puede dormir bien si no lo abrazo. —el mayor tenía un puchero en los labios y Soobin pensó que se veía muy lindo. Se veía como él.

La madre de Soobin rió.

—¿Desde cuándo tiene un gato?

—Los catorce. —respondió Hyuna ahjumma.— Él y su amiguito, Beomgyu, lo encontraron en la calle y Yeonjun se lo quedó desde entonces.

Taehyun casi se atoró al escuchar aquello y Yeonjun se sonrojó, rascando su nuca. Soobin perdió aquella sonrisa que el puchero adorable del mayor le había sacado.

—¿Se llama Beomie? —cuestionó Taehyun burlándose.

El mayor se encogió de hombros. Trataba de restar importancia, pero la sonrisa inconsciente de su rostro lo delataba.

—Beomgyu empezó a llamarlo así y el nombre se quedó.

A Soobin no le agradaba la idea de su hyung abrazando a un gato con el nombre del chico que lo hacía llorar.

Sin embargo, no dijo nada, ¿cómo podría? No quería que el mayor pensara que estaba enojado con él antes de volver a casa. Ese día tenían planeado ir a visitar el acuario de Busan ya que Hyuna ahjumma y sus hijos se irían en tren en la noche. ¡Soobin no podía esperar! Había estado allí muchas veces y se moría por enseñarle y guiar a su hyung por todo el lugar.

Llegando al acuario, las mujeres, con Sunmi cargando a su hijita menor en brazos, se despegaron de los menores y quedaron en reunirse después del show de delfines en el estacionamiento.

Soobin nunca soltó la mano de su hyung, excepto para ir al baño o cuando este lo cargaba en sus hombros para que el menor no se cansara de caminar, y Yeonjun nunca dejó su lado. Le hacía muchas preguntas, sobre la escuela o sólo para conocer mejor a Soobin, mientras Yeji y Taehyun corrían libres tomando fotos de todo. Soobin también hacía preguntas a su hyung y estaba feliz de que le respondiera lo más honestamente posible. Aprendió que su helado favorito era de menta con chocolate, lo que recibió una mueca de asco del menor, que sabía mucho inglés y que al mayor le gustaban mucho los grupos de kpop, como Blackpink y BTS; de hecho, el mayor le dijo que la mayoría de las veces que lo veía tirando besos a la pantalla de su celular era porque algún miembro de sus grupos favoritos subía alguna selca.

El menor lo recordaba, incluso lo había escuchado llamar a uno de esos chicos "cosita, bella, preciosa, bien hecha" y pensaba que hablaba del tal Beomgyu. Casi le tira el teléfono.

—¿Cuándo tenga celular y te mande fotos, también me vas a tirar besitos? —preguntó Soobin inocentemente.

—Claro. —Yeonjun no pudo evitar reír.— Pero debes darme tu número primero.

—Mi mamá me dijo que no tendría teléfono hasta los trece.

—Y eso es bueno. Los niños de tu edad generalmente no saben lo que es jugar, vive tu infancia normal. Cuando tengas un teléfono no querrás despegarte.

Soobin frunció el ceño.

—¿Cómo tú? —el menor había visto como su teléfono era lo primero que Yeonjun revisaba al despertar.

—Sí, soy como un adicto. No seas como yo. —aconsejó el mayor en medio de una carcajada.

—¿Y cómo podré hablarte si no tengo teléfono, hyung?

—Puedo llamar a tu mamá y pedir que te ponga al teléfono, bebé. O venir a visitarte. No desapareceré de la nada. —sonaba como una promesa y su hyung lo miraba dulcemente baja la iluminación azulada de acuario, como si estuviera en una especie de ceremonia solemne, como los prometidos miraban a sus novias antes de casarse. Soobin creía haber visto esa mirada cuando fue a una boda con su madre.— Siempre estaré a tu lado, Soo.

Y Soobin decidió creerle.

Incluso cuando los novios en el altar, poseyendo la misma mirada, mentían y abandonaban a sus cónyuges.

Incluso cuando sabía que su hyung también podía mentirle.

Y es que el pequeño creía que Yeonjun nunca le mentiría a él, pero se equivocó.

Al regresar, cayó la noche y Soobin terminó durmiendo en el regazo de su hyung mientras los llevaban a la estación. El movimiento cuando este quería bajarse lo despertó y, por suerte, logró despedirse de Yeonjun, recordándole que en un par de meses sería su cumpleaños y que quería que su hyung estuviera allí, y este le prometió que asistiría antes de besar su frente, listo para correr antes de perder el tren.

Soobin deseaba que su hyung pudiese quedarse para siempre con él, al menos el hyung que lo cuidó y mimó ese fin de semana.

Soobin deseaba que su hyung pudiese quedarse para siempre con él, al menos el hyung que lo cuidó y mimó ese fin de semana

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palabras: 870.

editado: 21/05/2022.

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