La respuesta de Donatella

223 44 71
                                    

No se si merezco tu amor, tu ternura, tu protección. Y sin embargo con un suspiro de vergüenza, mezcla de desilusión y a la vez de deseo evoco inciertos recuerdos de cuando fue la primera vez que te vi. ¿En el trabajo? ¿En la universidad? Posiblemente en alguno de esos lugares...

Hombre solitario, te confieso no pasaste inadvertido frente a mí.

Me di cuenta como me observas de reojo con esa tierna mirada soñadora y quisiera preguntarte ¿Que vez en mi? ¿Acaso te has enamorado? Pero no lo hago y tu triste sonrisa se apaga, bruscamente te retiras quien sabe pensando que cosas mundanas o tal vez en mi...

Hay momentos en los que difícilmente puedo precisar porque tu imagen viene a mi mente, como iluminada veo (o creo ver) en tu interior : locura, dejadez, humildad, amor rebosante que no se deja sentir y quisiera saber quien eres realmente, porque te pienso, porque éstos mis recovecos mentales me traicionan y me confunden en un laberinto de emociones..., necesito ser más lógica, ordenar esta íntima sensación de pensamientos y tramsformarlos en una condensación de respuestas lúcidas.

Muchas veces nos cruzamos en la calle; yo te reconocía por tu modo de andar y de mirar.

Pero siempre percibía aquella nostalgia tan típica en ti, aquel no se qué que me dejaba dubitativa en cuanto a tus intenciones.

¿Porque no me hablabas? ¿Que te impedía hacerlo? Eres muy callado.

Y sin embargo a veces, no, miento..., constantemente tube la tentación de alejarme de tu persistente mirada irme lo más lejos posible, pero también estoy conciente de que yo no tengo la culpa de esto que te pasa (o nos pasa), nadie tiene la culpa... Entonces me dedique durante muchos días a pensar donde y cuando te había visto por primera vez, era esencial, era primordial saberlo, hasta que tuve la revelación. Casi salté de la emoción (¿emoción de que?). Siempre me miraste con amor y siempre lo presentí. La primera vez que te vi fue cuando te descubrí observandome atentamente allí, en ese paseo público, una soleada tarde de verano tres años atrás.

Ahora se porque pienso en ti. Esta la aclaración que esperaba, mis dudas ya no lo son, porque se que esos ojos ansiosos, tan anormales por lo soñadores nunca dejaron de posarse en mi.

Ahora estoy segura de tu amor...

Aquella noche que por primera ves me hablaste, nuevamente sentí el peso de tu mirada, pero esta vez me pareció una delicada caricia de humildad y lo que me hizo pensar más fue tu abierta aunque insegura declaración de admiración por mi persona (aquello me hizo recordar eso de “admirar es amar”) y te juro que la pasé muy mal con mi pareja. Mi mente te evocaba, sólo, con esa cara de novillo destetado, cada vez más lejos del coche en marcha.

Ya pasaron dos semanas, estoy peleada con mi novio, esto no durará mucho. Te espero, tienes una oportunidad, aunque asombrada de mi misma reconozco que tu increíble sinceridad, casi desnudandote en mi presencia me ha cautivado y si nuevamente posaras tus bellos ojos en mi, creo que como una autómata iría en pos de ti...









ALONE cuentos tristes Where stories live. Discover now