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AS IF YOU WERE MY SOULMATE

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Viernes a las seis de la mañana y la Bringstone ocupaba su día de entrenamiento sumergiéndose en el Lago Negro para despejar su cabeza. Aunque su vida no estaba marchando a la perfección al menos podía contar con que sus mascotas (la arácnida y la serpentina) estaban alegres, dispuestas y bien escondidas. Maxine nadaba con una destreza pacífica sintiendo los siseos del basilisco cerca de ella y aunque éste no quiso iniciar una conversación, sentirse acompañado le fue más que suficiente.

A la par, Tom se encontraba sentado frente a la fogata de la Sala Común verde. Como siempre, fue el primero en despertar y ocuparla obteniendo así la primera fila para ver a través de las ventanas subterráneas a su pequeña recorrer el agua en su traje deportivo. En sus manos descansaban los miles de libros y papiros sobre la descendencia de Salazar Slytherin.

Las investigaciones del heredero se volvían cada vez más y más exhaustivas. Sobre todo porque ninguna pista sonsacaba de ellas. Los archivos de Castelobruxo se encontraban escondidos en uno de sus cajones, casi olvidados. Sin embargo, el prefecto no se dio por vencido e intentó escarbar desde otro lugar; desde las ramificaciones de la familia Slytherin. Muchos apellidos resaltaban en sus libros tales como Peverell, Sayre y Gaunt. Pero por más que Tom siguiera los vínculos de descendencia, nada parecía cuadrar. Sentía que su respuesta no estaba allí plasmada, lo cual no tenía ningún sentido. De algo estaba muy seguro y era que su pequeña estaba entrelazado con él de alguna manera, una que no entendía y moría por descubrir.

De pronto su concentración se vio interrumpida cuando la cara pálida de la princesa lo observó a través del cristal. Su pelo dorado levitaba por la corriente mientras su burbuja de aire la mantenía respirando bajo el agua.

Por inercia, el castaño cerró su libro y lo apartó a un lado. Se levantó de su lugar y caminó hasta quedar frente a la figura etérea de la heredera. Maxine extendió su mano diminuta y la colocó en el vidrio a la altura de su pecho esperando que el rizado imitase sus acciones. Tras meditarlo unos segundos, éste acató sus deseos y posó su palma en la misma posición que la de ella.

Ni bien sus manos conectaron a través del material, ambos fueron testigos de un sutil cosquilleo en el pecho. Como si una pluma les estuviera acariciando el esternón en suaves movimientos.

Los dos confirmaron la inconclusa hipótesis de su mística unión. Era más que evidente que los efectos de su cercanía no eran habituales para cualquier mago o bruja.

Empero el efecto no duró tanto, puesto que la pequeña decidió de un momento a otro abandonar la ventana para nadar de vuelta a la superficie. Tom la siguió con la mirada hasta ver su anatomía alejarse. Luego cayó en la cuenta del horario. Una hora entera había pasado y la mayoría de los Slytherin comenzarían a bajar a la sala compartida de las serpientes. Sobre todo por la importancia del día.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora