48.

2.3K 142 268
                                    

┌────── ⋆⋅☆⋅⋆ ──────┐

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





┌────── ⋆⋅☆⋅⋆ ──────┐

WHO'S THE QUEEN?

└────── ⋆⋅☆⋅⋆ ──────┘









Tras los increíbles eventos en el orfanato de Wool, ninguno de los Caballeros tuvo noticias de Laverna Bringstone. Tan pronto la bruja se percató de que el cuerpo de la rubia le pertenecía sólo y exclusivamente a ella, se esfumó en el acto, no sin antes intentar recuperar su diario. Tom se encargó de él y lo hizo desaparecer en el acto, justo antes de que las garras de Brinsgtone tomaran posesión de lo que ahora representaba el alma fragmentada de la princesa.

Maxine (quien oficialmente se volvió huésped de Portia) declaró ese día como el peor de su existencia. Vio en tercera persona su anatomía, muy distinta al reflejo del espejo. Este último le devolvía la sonrisa, las imperfecciones y los detalles que sólo ella podría notar. Verse desde otros ojos, sin embargo, era una sensación completamente distinta. Porque el reflejo obedecía, repetía sus secuencias. Su cuerpo en manos de Laverna, pues no lo hacía.

Desde entonces, ningún indicio se obtuvo del paradero de la bruja amatista. Riddle mandó a todos sus hombres a recolectar información valiosa para dar con la gran tirana. Ninguno de ellos se atrevió a preguntar por qué su líder estaba buscando a la mujer que, tan solo dos días atrás, planeaba borrar del universo. ¿Qué sentido tenía ir detrás de ella ahora? La respuesta era simple: antes, pelear contra Bringstone suponía pelear contra Maxine, pues ambas ocupaban el mismo envase. Ahora, con Laverna sola en el cuerpo que Tom hizo suyo tantas veces, era un objetivo endeble, una presa fácil. De perder la anatomía física que rellenaba, no habría cuerpo nuevo al que viajar. Tánatos no la ayudaría a volver a realizar el ritual, no le diría las palabras correctas y no haría posible su retorno al mundo tangible. Su palabra ahora estaba ligada a la de Riddle, plasmada en el borbos de su brazo. Y si no quería ser despojado de su puesto, más le valía cumplir con su trato.

El beso de la Muerte aún le daba escalofríos al heredero. Sus labios fríos le dieron una advertencia. El tatuaje en su brazo era más que una promesa, sino que era el sinónimo del caos sucumbiendo al vacío. Cuando Riddle prometió desterrar a Laverna Bringstone de entre los vivos, vio las consecuencias de su derrota. No podía permitir que la bruja reinara, porque a la cabecera de su imperio sólo estaba ella. Y su heredero, no importase cuando la admirara, también contrajo en su sangre la misma enfermedad: el síndrome del monarca.

Paralelamente a los hechos, la princesa no había manifestado contento o progreso a base de su nueva anatomía. El cuerpo de Portia era muy diferente al de ella. Maxine solía ser menuda y bajita, apenas le llegaba al pecho del heredero. Bennett, en cambio, era casi tan alta como Riddle. Sus extremidades cargaban la fuerza de una atleta olímpica, y la longitud de una bailarina de ballet. Con toda razón había ganado la competencia de Waterflame en Hogwarts. Dentro de ese envase tan particularmente distinto al suyo, la princesa se movía con torpeza. No tenía dimensión de su tamaño y muchas veces se golpeaba con todo lo que estuviera a su alcance.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora