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I'M SORRY (NOT REALLY)

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Removiéndose entre su edredón púrpura, la heredera despertó pegada al cuerpo del pecoso. Su pecho fuerte y descubierto subía y bajaba en un ritmo tranquilo como la música del día anterior. La princesa decidió acercarse a su cuello para aspirar su fragancia como si pudiera contagiarse de toda su calma, pero su cercanía sólo le provocó cosquillas al Gryffindor. Con un gran bostezo, abrió los ojos para contemplar que anoche no había sido un sueño y que, efectivamente, había pasado un espléndido rato con la chica que tanto ocupaba sus pensamientos.

Luego de retirarse de la cena, Maxine había llevado al capitán hasta la Sala Común de Bringstone. La heredera creyó que entregaría su cuerpo completamente esa noche, pero para su sorpresa, el pecoso se tomó las cosas con calma.

Basilio no tenía prisa. No sólo no quería que la rubia se aburriera de él tan fácilmente sino que quería sacar provecho a cada ocasión juntos para explorarse de apoco mutuamente.

Esa noche, le había permitido a la ojiazul recorrer su torso desnudo con el cálido y dulce tacto de sus yemas. Caldwell sentía ver las estrellas cada vez que la mano de la princesa se posaba en él como el roce del terciopelo. El pelo largo y ondulado de la rubia se le pegaba a la cara por el sudor de su figura extasiada, y claro que lo estaba, ya que los dedos escurridizos del Gryffindor tomaban su piel con furor y vehemencia. A su lado, su vestido yacía en el piso hecho un desastre. No obstante, Basilio no dejó el cuerpo de la pequeña al descubierto, sino que en torpes movimientos luchó por taparla y así tratar de quitar de su mente las fervientes ganas de tener sexo con ella. Aún no, pensó.

Una vez despiertos, los prefectos comenzaron el día con un dulce beso en los labios. Aún con su figura expuesta, la princesa abandonó la cama para alistarse.

Ojos claros y fijos en su retaguardia, el capitán sintió una ola de calor recorrer su espina hasta concentrarse duramente en la zona de su pelvis. Tímido, sacó provecho de que la heredera no estaba observándolo y caminó hasta el baño para deshacerse de su creciente y repentina erección.

Una risita de escapó de los labios de la Bringstone, ya que pudo ver a través del espejo a un costado lo que su cuerpo desnudo le causaba al mayor.

Una vez que los capitanes estuvieron listos, el dúo caminó hacia el Lago Negro para su habitual entrenamiento.

La recuperación de Victoria había sido afortunadamente rápida y exitosa, ya que al día siguiente la argentina desfiló sana y salva hacia la mesa de las serpientes como si nada le hubiera pasado a su boca. Aunque distinta era la expresión de su mirada. Sus ojos ausentes miraban el piso fijamente mientras se hacía paso por el Gran Comedor. Su corbata verduzca se encontraba hecha un desastre y su pollera estaba arrugada y deshilachada.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora