12.

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𝐘𝐎𝐔 𝐀𝐑𝐄 𝐃𝐀𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐂𝐇𝐀𝐎𝐒

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Era la primera vez que la princesa pasaba por su garganta el gustoso sabor de la cerveza de manteca. Tan agradable como su compañía y el cálido fuego flameando en la chimenea de Las Tres Escobas, la taberna del pueblo. Y al decir verdad, Maxine no creía posible encontrar un momento de relajación y ocio. La imagen de la pelirroja revolvía su mente como una batidora. Incluso pensar en el rizado y la cantidad de barbaridades que buscaría en realizar para ahuyentarlo le daba dolor de cabeza.

Frente a ella, si la princesa se encontraba consternada, definitivamente Basilio Caldwell no pudo notarlo. Para sus ojos, el rostro de Maxine estaba tallado a mano. Desde sus orbes cerúleos distraídos hasta su cuello largo repleto de lunares. Su risa cuando veía a los niños probar los caramelos escupe-fuego de Zonko penetraba los oídos del Gryffindor como una dulce melodía. Hasta el color verde de su vestido parecía encantarle.

No que todo lo superficial en ella fuera su única fuente de atracción, al contrario. El joven compartía con ella la suficiente cantidad de asignaturas como para entender que su intelecto era superior al de la mayoría de los alumnos. Aunque lo que hizo que el interés de Basilio aumentara en picada fue cuando la transferida tomó un peculiar interés por el semi gigante, Hagrid. Desde entonces, la idea de la princesa en su cabeza era más que majestuosa.

Y ciertamente, Maxine amaba causar ese impacto en los demás. No importaba cuán distorsionada estuviera la concepción de su persona.

—Tienes espuma en la comisura de tus labios —dijo tímidamente el pecoso despertándola de su trance.

La yema de uno de sus dedos viajó directo a los labios de la princesa. Removió el rastro de cerveza en su rostro con cuidado de disfrutar cada trazo de su pulgar.

La platinada se tomó ese momento para mirar a los orbes claros de Basilio. Eran de un celeste intenso, no tan azules como los la bruja, sino de un tono que combinaba lo oceánico y lo verduzco. Aquello le trajo enseguida el recuerdo de su estadía en Castelobruxo y sus vacaciones en el Caribe, apreciando la cualidad limpia y esclarecida de sus aguas.

El Gryffindor podía poner el mundo a sus pies si así lo desease. Era tan dotado como la princesa o como Tom Riddle. El joven se había ganado el puesto de prefecto, era capitán del equipo de Quidditch y como si aquello no fuera suficiente, Basilio tenía el rostro más hegemónico que la princesa había contemplado.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora