WARREN


Maldita sea, Allison, ¿dónde te has metido?

—Chicos —llamé a sus hermanos—, ¿no han visto a Allie?

—Creo que se fue con Connor —respondió Jason, mientras apuntaba con la pistola de agua hacia el blanco del puesto de juegos—, los vi por última vez cuando Cooper estaba en el carrusel.

¿Con el maldito depravado sexual que era Adams? Mierda Allison, ¿qué te ocurre?

—¿Por qué no la buscas en la rueda de la fortuna? Tal vez está esperándote allí —aconsejó Zack.

—Sí, buena idea —confirmé mientras me marchaba hacia ese destino.

En el transcurso, no pude evitar hacerme preguntas sobre por qué Adams y ella estaban juntos; bueno, más juntos que de costumbre. ¿Podía ella sentir algo por él? Allison era una chica de mente abierta, lo consideraría unas veinte veces antes de tener algo con él.

Cuando me encontré en la noria, ningún cabello azul me llamó la atención.

Ella no estaba aquí.

—Disculpe —dije al encargado del juego—, por casualidad, ¿no ha visto a una chica de pelo celeste o azul?

—Ah, sí.

Alcé las cejas, esperando a que elaborara su respuesta.

—Ha subido con otro chico al juego hace menos de diez minutos, se bajó bastante alegre. Creo que se dirigieron al bar de allá —me señaló.

Seguí su dedo y noté que era el mini bar típico de esta feria.

Le agradecí al hombre y después, mientras caminaba hacia allá, comencé a evaluar las opciones:

Opción 1) Allison y Connor, porque obviamente fue él, subieron a la noria y bajaron tan rápido como ella pretendía. Ella estaba alegre porque al fin se deshacía de su tutor.

Opción 2) Subieron al juego juntos, él intentó algo y ella lo rechazó rápidamente. Bajó alegre del juego porque se sintió superior a él.

Opción 3) y la que esperaba que no fuera, subieron a la noria y algo ocurrió entre ambos. Bajó feliz porque... Porque tal vez le había gustado.

No podía ni imaginármelo.

Entré al bar en busca de la melena color cielo de Allison y la encontré en la barra; y cómo no, Connor la acompañaba.

Controlando mis pensamientos que tomaban rumbo a gatitos púrpuras, y no a darle una paliza al imbécil de Adams, me acerqué a ellos.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora