Falling in love with Tendou Satori [Tendou Satori x Lectora]

Rumores

Shiratorizawa es una academia enorme, y las noticias o cualquier actividad se esparcía con rapidez entre los estudiantes y profesores, incluyendo los rumores. Su primer año estuvo cargado de eso; advertencias sobre ciertos estudiantes, murmullos en los pasillos, comentarios de los profesores. Nada había pasado desapercibido por sus oídos, ni siquiera los susurros constantes hacia Tendou.

Extravagante, raro...(T/n) creía que juzgar a las personas por su apariencia había quedado en el pasado, pero estaba equivocada.

Tampoco es que les prestase atención, jamás se dejaría influenciar por los comentarios de otras personas.

Y ahora, sentada con el equipo de vóley, supo que su decisión era la correcta.

Fue raro incluirse a sí misma en un grupo que no tenía nada que ver con ella, excepto Shirabu que compartía clases con ella (pero rara vez hablaban de algo que no fueran proyectos en grupo o respecto a los exámenes). Parecían acostumbrados a que Tendou hiciera lo que le plazca con los demás, y recibió una serie de saludos de manera ordenada.

—No te amenazo, ¿cierto? —pregunto Semi, lanzándole una mirada de soslayo al cabellos rojizos.

—¡Que cruel! Sabes que jamás haría eso, Semi-Semi —se defendió el acusado, apoyando una mano en su pecho con falsa expresión herida.

(T/n) soltó una risa nerviosa por lo bajo, guardando el llavero en el bolsillo de su falda. Era tan mala socializando, sobre todo si estaba rodeada por todo un club de hombres. Y para colmo, comenzaba a darle hambre; Satori no le dio tiempo a buscar una bandeja. Como si hubiera dicho aquello en voz alta, una bandeja fue empujada en su dirección, los alimentos sin ser tocados, incluso el cartón de jugo estaba cerrado.

Al alzar la mirada, ya negándose, porque no se atrevería a tomar la comida de alguien más, Shirabu la detuvo con un gesto del mentón.

—No te preocupes, buscaré otra bandeja —dijo, con su familiar rostro cargado de seriedad—. Tendou-senpai, la próxima deja que recoja su comida.

No se dio cuenta, por estar agradeciendo de manera apresurada el gesto de amabilidad (¡todavía hay gente buena en el mundo!), pero hubo una tensión para nada familiar en el momento que ellos dos cruzaron mirada. Duro lo mismo que un parpadeo, y cada uno retomo su conversación como si nada hubiera pasado.

—Huh...gracias por la comida —murmuro, para después romper el plástico de un sándwich.

No sabía que hacia allí sinceramente, pero a medida que conversaba con todos, su miedo se iba disipando. La hora del almuerzo siempre le parecía eterna, mientras comía en soledad o deslizando su dedo por las diferentes redes sociales para distraerse un poco. Sin embargo, ahora, rodeada de voces, de conversaciones, de la risa ensordecedora de Tendou y los comentarios variables de Ushijima, la hora libre fue un suspiro. Paso tan rápido, que al regresar a su salón de clases (esta vez acompañada por Shirabu) algo cambio; porque de repente empezó a desear que lo de hoy pudiera repetirse.

Los rumores de pronto giraron en torno a su persona y a su relación con los chicos del club de vóley. (T/n) no les prestaba atención porque sabía que nada era cierto; no salía con nadie, no buscaba sacar provecho de nada (además, ¿de qué?) y tampoco planeaba arruinar la amistad entre nadie (había comentarios peores que prefería no recordarlos).

Estaba esperando su turno en la fila del comedor cuando Tendou hizo acto de presencia a su lado, y los dos se dieron cuenta al mismo tiempo de los ojos concentrados en ellos y los murmuros.

—Ah, podemos hablar luego en la mesa —dijo el bloqueador central, con una sonrisa para nada natural.

(T/n) odiaba los rumores y a la gente entrometida.

Tendou se sorprendió cuando la chica rodeo su antebrazo con la mano, apretando ligeramente. Cualquier otra persona lo hubiera apartado, y él lo aceptaría sin miramientos.

La castaña lo coloco enfrente de ella, obligándolo a hacer la fila también.

—Todavía no me diste tu opinión del capítulo que salió ayer —tenía una sonrisa amable, sincera.

Satori se quedó allí donde ella lo quería. Cada vez que la fila se movía, el caminaba en reversa, negándose a darse la vuelta y dejar de verla.

Y de golpe, los rumores se apagaron, y solo eran ellos.