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Nada fuera de lo normal.

Su cuello sin tinta, sus brazos descubiertos y la piel dorada sin nada que resaltara. El rostro hermoso e impecable como siempre. Y sus tobillos, seguramente límpidos también.

Wonwoo no vio ningún otro número en el cuerpo de Jun.

Nada visible en su piel desnuda, ya que el uniforme no dejaba muchas áreas a la vista para empezar.

—¿Se podrán vender las caricias?

Junhui acomodó la regla en la cartulina y pasó el lápiz para marcar una línea. Estaba de rodillas en el suelo, realizando las últimas decoraciones.

Seguían con la elaboración del material para decorar su salón para el festival. Faltaba una semana, aunque ese año sólo se había establecido un día, desde la mañana hasta casi el anochecer.

—¿A qué te refieres, Jun?

Wonwoo se acomodó las gafas que resbalaron del puente de su nariz al estar agachado tratando de que los origami quedaran impecables. Idea de Minghao, que les había dicho que podían hacer las arañas de papel.

—Me refiero a que hay personas muy solitarias que necesitan de cariño físico.

—Pero sí hay personas que dan un servicio se-

—No me refiero a eso —Jun lo miró con las cejas alzadas y sonrió—. No ese tipo de cariño físico. Un abrazo o un suave roce de la palma de una mano sobre la mejilla, eso quise decir.

Se estiró, apoyando su cuerpo con un brazo en el suelo para alcanzar a Wonwoo con su mano libre, tocando su mejilla con gentileza, pasando sus nudillos por el pómulo agudo del otro chico,

El azabache detuvo su respiración, sus ojos muy abiertos ante el gesto repentino. El calor comenzó a subir al rostro.

—Así... —Jun inclinó la cabeza y vio a Wonwoo de una manera que no pudo descifrar. Este último no supo qué decir.

Jun se hizo para atrás y siguió haciendo líneas con la regla y el lápiz, en silencio.

Wonwoo no sabía que el corazón de Jun lo tenía a él como la única prioridad. De todas sus pasiones, sus pasatiempos, sus cosas favoritas... Todo eso eran bello césped, árboles majestuosos. Pero Wonwoo, la única flor del jardín que valía la pena regar. El monumento en su alma, atraído por él como una polilla a la llama. Temerario a quemarse.

Jun, con todo su amor a Wonwoo, era feliz con su simple compañía, no podía pedir más. Porque incluso si su alma fuera añorando un paso extra... aún no podía avanzar.

Junhui era perspicaz. Wonwoo podía parecer estoico, pero sus sentimientos se reflejaban como el cielo azul en un charco de lluvia. Así de claro era su amigo para él.

¿Pero lo amaba tanto como lo hacía él? Ah. Eso no lo sabía.

Creía en las almas gemelas y estaba seguro de que el hombre que todos los días se encontraba a su lado era la suya.

No podía explicarlo, no tenía que hacerlo. Entendía porque Wonwoo le decía que creía en cosas muy raras, que su pensamiento era mágico.

¿Pero acaso la realidad no puede ser así?

—¿También los besos contarían como caricias así?

Preguntó Wonwoo, haciendo el trabajo que le tocaba, de manera mecánica, pues su mente estaba en otro lado. En cierta manera estaba aliviado de no tener que ver o haber encontrado un número en la piel de Jun esa mañana. Aunque aún no se sentía salvado de esas extrañas visiones, porque bien podría haber un número escondido bajo la ropa del joven que él no podía ver.

En Tu Piel (WonHui)Where stories live. Discover now