[ memories ]

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Si tropezara con la misma piedra y se quedara de rodillas en la grava, Jun no sería diferente a un cobarde.

Con su piel sin marcas, sin números, Wonwoo sintió un alivio y a su vez, extrañeza. Tal vez, sólo cuatro días habían bastado para adecuarse a ese fenómeno.

Las muñecas no eran la parte más potente del brazo, en realidad, una articulación bastante fácil de lesionar. Una caída mal le había costado una fractura a Jun una vez, Wonwoo recordó.

Pasó en el primer año de preparatoria. Jun y Wonwoo se conocían desde secundaria, se volvieron amigos inmediatamente, porque naturalmente sucedió.

No eran muy parecidos en personalidad, pero a su vez, eran dos caras de una misma moneda. Junhui, el perspicaz de suave voz y extravagante personalidad, de cándida esencia y eterna amabilidad. Wonwoo, el inteligente de voz profunda y calma perpetua, de lealtad, pasión y tolerancia, de alma vieja.

Sí, su conjunción como la de Marte y Venus parecía natural. Se volvieron amigos tan fácil como unir dos gotas de agua en coalescencia. No era antipatía la de sus personas, era compatibilidad en su mayor expresión.

Así que Jun había tenido esa fractura en el invierno, cuando el hielo y la nieve cubren el suelo y es casi imposible caminar sin parecer un ebrio con ataxia.

Él y Wonwoo, con las lisas suelas de sus zapatos, caminaron a paso lento. Y fue raro, porque Jun tenía la gracia y agilidad de un gato si bien quería, así que era imposible que se cayera y contaba con mejor equilibrio del que Wonwoo pudiera reunir en una vida.

Pero tal vez la superficie fue muy resbalosa al intentar bajar la calle cuesta abajo de camino a la preparatoria, que un paso en falso le costó a Jun tambalearse, y antes de que el azabache pudiera sostenerlo el joven chino se resbaló hacia atrás y puso ambas manos para suavizar su caída de manera que sus palmas quedaron hiperextendidas y muñeca izquierda fue la que sufrió más.

Jun se puso de pie con ayuda de Wonwoo que estaba preocupado, pero la sonrisa avergonzada del castaño, más sus palabras asegurando de que estaba bien lo tranquilizaron un poco, aunque sabía que Jun jamás diría que algo le dolía.

Al día siguiente llegó con una férula en su muñeca. No era su mano dominante puesto que Jun era diestro, pero a Wonwoo le dolía el pecho con sólo pensar que Jun sufría aunque sea de la manera más mínima.

En su mente, en su mundo platónico, Jun era la única persona que debía permanecer intocable de accidentes o los daños que el mundo le da a los humanos.

Si Jun mirara al frente y a su lado estuviera su mano vacía, entonces el camino no valdría la pena de seguir.

Entrando a segundo año, se sorprendieron de tocar juntos en el mismo salón otra vez. También como coincidencia, sus asientos quedaron cerca.

Segunda fila, Jun en el cuarto banco y Wonwoo en el quinto. Soonyoung en el sexto.

Así que el azabache tenía enfrente a Junhui. El chico de cabello castaño se colocaba de lado, girado con una pierna sobre el asiento y la otra colgando siempre balanceándose, para hablar con Wonwoo cara a cara en sus ratos libres.

Wonwoo tenía una visión perfecta de cuando Junhui hacía dibujos de gatitos en sus libretas, garabateando cuando la clase era más aburrida que interesante.

También tenía una visión diaria de la parte posterior de su cuello, descubierto. Entre el nacimiento del cabello castaño y el borde alto del cuello de la camisa del uniforme.

Jun tenía tantos lunares para contar y descubrir. A Wonwoo le gustaba especialmente el lunar que posaba sobre la comisura de su labio superior, al lado del arco cupido.

En Tu Piel (WonHui)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu