[ on your skin ]

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Una inhalación, el aroma a coco la cual su nariz recibía con la primera consciencia del día. Hebras de cabello castaño haciéndole cosquillas en la barbilla.

Wonwoo arrugó su nariz y abrió sólo un ojo, mirando por la corona de cabello hacia la ventana con la cortina abierta, dejando entrar apenas un dorado rayo que se levantaba en las montañas.

La alarma sonó. Desde el celular de Junhui, una canción demasiado animada para ser tan temprano.

Y Wonwoo sonrió cuando escuchó el quejido del hombre entre sus brazos, apretando un poco más a Junhui cuando estiró su mano y apagó la alarma.

El pecho del azabache pegado a la espalda de Junhui, encajando sus cuerpos. El suspiro amargado que lanzó cuando sabía que la mañana había llegado y tenían que prepararse para ir a sus respectivos trabajos.

Pero Junhui no abrió los ojos de inmediato, los dejó cerrados, llevando sus manos a los brazos que lo rodeaban por la cintura.

Como si Wonwoo fuera un gato que no quería separarse de Junhui, el azabache hundió su rostro en el cuello de su novio.

Junhui rió suavemente.

—Sabes que tenemos que levantarnos y no podemos quedarnos todo el día en la cama.

Wonwoo alzó la cabeza y puso su barbilla en el hombro de Jun, para hablar cerca de su oído.

—¿Quién dijo que no?

Junhui lo miró de reojo.

—¿Cómo qué quién? Nuestras responsabilidades de adulto y la necesidad de ganar dinero para comprar donas y ser felices —respondió, girando su cabeza un poco para picar la punta de la nariz a Wonwoo que la arrugó de nuevo.

—En lugar de que digas que estar conmigo es suficiente para hacerte feliz —dijo, haciendo un puchero y Junhui rió otra vez.

—O sea, sí, pero las donas no se compran solas. Tú amor es gratuito, ¿verdad? No me cobrarías a mí —dijo en un tono para molestar a Wonwoo que le mordió el hombro desnudo.

Junhui siguió riendo.

Siempre era lo mismo. Despertar en la mañana y quedarse 15 minutos aún en la cama, disfrutando que ambos podían abrir sus ojos y estar en mutua compañía.

Al final tenían que separarse y prepararse para ir a sus trabajos.

Wonwoo soltó a Junhui con todo su pesar y el mayor se acomodó en la orilla de la cama, poniéndose sus pantuflas antes de pararse.

Y el azabache, que tenía mucho sin ver algo similar, tuvo que parpadear varias veces, con un gesto de confusión mientras su cabeza seguía en la almohada, viendo la espalda de Jun. Se sentó de golpe, la cobija se resbaló de su torso igualmente desnudo y buscó a tientas sus gafas, mientras que Junhui se tallaba los ojos, sentado en la orilla de la cama y viendo un cuadro de luz en el suelo alfombrado de su habitación, esperando a que la otra mitad de su cerebro despertara.

Wonwoo por su parte se colocó sus gafas torpemente y miró de nuevo hacia la espalda de Junhui, específicamente al área en una de sus escápulas.

Números, otra vez. Color rosa coral, resaltando de manera hermosa en la piel bronceada de Jun.

El hombre se paró estirándose como un gato, manos hacia arriba. Wonwoo se arrastró por la cama y tomó a Jun por la cintura, obligándolo a sentarse en la cama.

Junhui lo miró por encima de su hombro sin entender. El azabache pasó su mano por los números.

No le parecían ajenos. Mucho menos su orden, que resonaban en sus memorias. Siete años habían pasado desde esa fecha, desde la última vez que los había visto, en distintas áreas del cuerpo del que ahora era su amante.

En Tu Piel (WonHui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora