SILENCIO

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"El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable..."

Jaime Sabines

POV Armando Mendoza

...

Después de un rato, vi las luces apagarse, instalándose en mí una sonrisa melancólica imaginándome a Beatriz dormidita, acurrucada en su cama como lo hacía en mi pecho, tratando de ceder ante Morfeo, deseando ser yo en quien se perdieran sus sueños, el que los causara incluso.

Me tomó un poco de más de tiempo alejarme de ahí, alejarme de la casa de Beatriz cuya oscuridad denotaba que era tarde, que era momento que yo mismo descansara, aunque eso fuera en una cama sin ella.

Empecé a manejar tranquilamente hacia mi departamento, llegando al cabo de unos minuticos pues la ciudad estaba sumida en sueños, sumida en la oscuridad de la noche que solo era interrumpida por la brillante luna de Bogotá, esa luna de la que me habló Beatriz, que me prometió incluso, cuando apenas significaba un juego para mí, para luego convertirse en uno de mis anhelos compartir las noches nuevamente con ella, desesperado por aprender de ella el arte de hacer el amor y del cual no tuve oportunidad de ser aprendiz nuevamente debido al descubrimiento de mi pecado; cambiando entonces las noches románticas viendo la luna, por aquellas dominadas por el rechazo. El rechazo a mis besos, a mis proposiciones de estar solos los dos, hacia mi cercanía, esos rechazos que habían dominado la razón de Beatriz, negándome la oportunidad de redención.

Cuando entré al departamento, Galán me esperaba con alegría, agitando su cola incesantemente, haciéndome responder con una sonrisa por su cercanía, dirigiéndome rápidamente a la cocina para servir su alimento, servirle un poquitico y comprobar que él tenía apetito, apetito que yo había perdido desde hace días. Lo vi comer por un momento, hasta que sació su sed y su hambre, para luego dirigirnos a mi habitación, para tratar de obligarme a descansar, cambiándome rápidamente de ropa, colocando una pijama que hacía tanto mi piel no tocaba y luego hundirme bajo el edredón, retirando mis gafas, dispuesto a no pensar más.

Mis demonios se tranquilizaron tanto cuando la supieron de regreso, cuando les concedí una visita clandestina para que calmaran sus ataques hacia mí, relajándolos lo suficiente como para callar sus demandas, otra vez concediéndome respeto, otra vez concediéndome silencio, otra vez concediéndome una tregua para que descansara y retomara fuerzas una vez más.

Yo también caí prontamente en los brazos de Morfeo, como Beatriz había sucumbido, deseando secretamente encontrarla ahí, sin poder compartir ese pensamiento con mis demonios, pues los malditos posiblemente encontrarían una manera de usarlo en mi contra y torturarme. Pero ellos también la necesitaban, ellos añoraban verla aunque fuera así...


Hasta que sentí nuestro ritmo cardiaco latiendo a compás, hasta que solté una profunda exhalación en su boca, transmitiéndole a mi ángel todo, todo lo que me había provocado cuando terminamos juntos, cuando culminamos en ese momento mágico y sublime, confirmándome nuevamente lo que es hacer el amor, dejando descansar a mi Betty sobre mi pecho, descansando yo por igual dejándole besos en su coronilla, acariciando su espalda, porque de algo estaba seguro y es que todo en mí necesitaba e iba a repetir...

Y ahí estaba Beatriz.

Podía sentir su mejilla sonrojada sobre mi pecho, su mano acariciando lentamente mi hombro, deslizándola sobre mi brazo, colándola tiernamente por mi abdomen, contando lentamente mis costillas como si estuviera tocando una pieza en las teclas de un piano, circulando mi tetilla...

Me enamoré por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora