ELEGIR

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"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre*. A Beatriz no se la elige. A Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."

Julio Cortázar

*Vesre =revés.


Narrador omnisciente.

Roberto Mendoza acababa de llegar a casa.

Estaba realmente molesto por el comportamiento de su hijo, ofendido por todo lo que escuchó en labios de Armando, en todas las atrocidades que cometió, así que cuando llegó a casa, se fue directico a la habitación para enfrentar a Margarita que de seguro sabía y se lo ocultó como señaló Camila.

La señora de Mendoza estaba sentada frente al tocador, peinándose la cabellera en un intento de distraerse y permanecer despierta, pues su esposo se marchó hace ratico y moría de curiosidad por saber qué pasaría.

–Margarita...–musitó el señor pasando directico en el vestidor.

–Hola mi vida, ¿Cómo te fue? –sondeó Margarita que suspiró nerviosa cuando vio el semblante serio de su esposo y que bien conocía, mientras ella retiraba la batica que la cubría antes de meterse a la cama donde esperó a su marido que no decía nada.

Roberto apareció después de un rato, con su pijama puesta y con el semblante contrito hasta que se atrevió a ver a Margarita.

–No voy a preguntar lo obvio, porque sé que ya lo sabías...–apuntó Roberto mientras alzaba el edredón para acomodarse en la cama mientras Margarita suspiraba –Pero quiero saber ¿Por qué no me dijiste lo que estaba pasando realmente con Armando? ¿Por qué elegiste ocultarme algo tan fuerte, tan complicado, tan... tan...? –cuestionó sacando cada preguntica mientras se retiraba las gafas que dejó en la mesita hasta que volteó a enfrentar a su esposa de años.

–¿Tan difícil? –completó ella con suma tranquilidad, pues tenía la respuesta y también sabía cómo manejar a Roberto con tal sutileza que no todas las personas lo lograban notar. –Te acabas de responder, mi vida... Porque no era fácil, ni para mí, ni para Marcela, ni para ti lo hubiese sido, pero sobre todo, te puedo asegurar, que tu propio hijo es quien más ha padecido. –explicó mientras su esposo la miraba para que prosiguiera, porque no era suficiente su respuesta. –Estaba la situación de la empresa y tu salud de por medio Roberto, la tónica conque tratabas a Armando, la cancelación de la boda con Marcela, todo, mi vida... No había manera –explicó Margarita pacientemente, enumerando cada punto que él bien conocía y decidió ignorar.

–¡Y esa muchacha, Dios mío! –exclamó de pronto mientras acomodaba su almohada para recostarse un poco –¡Qué vergüenza, Margarita, las cosas que le hizo tu hijo, qué vergüenza! –soltó dolido pero su esposa comenzó a masajear suavemente su pecho, en un intento de serenarlo y evitar que la presión se subiera.

–Mira Roberto, te voy a decir lo mismo que les vengo diciendo a Marcela, a tu hija Camila, al mismo Armando... Mi prioridad es mi hijo, mi vida, ¡Claro que me decepcioné, pero él ha sufrido tanto! ¡No más, Roberto, no más! –musitó Margarita, pues ella ya había elegido.

Si, vaya que eligió de la manera que debía, esta vez velaría por su hijo, negándose a repetir el error que cometieron con Camila, aceptando que los hijos se equivocan, pero que no había más que ayudarlos a corregir y a amarlos y por Dios que es lo que haría.

Me enamoré por primera vezМесто, где живут истории. Откройте их для себя