Católicos

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Todavía se seguían viendo el uno al otro con las pupilas aún brillantes por las lágrimas, y aunque Kyle no sabía por qué diablos le latía tan rápido el corazón, de alguna forma estaba disfrutando ese momento de tranquilidad.

- Tío, eres malditamente gay- dijo Cartman con un tono más sereno que recriminatorio.

Y por primera vez en toda su vida Kyle se alegraba de ser llamado así, porque si era gay entonces podría tomar los labios de Cartman y podría decir abiertamente cuanto quería a su culo gordo. Aunque aún no estuvieran en condiciones para ser algo más que amigos.

Eric no sabía realmente donde meterse porque sentía que su rostro ardía y no quería hacerle saber a Kyle que de alguna forma lo había rescatado. Quería hacérselo más difícil, porque se sabía Cartman se estaba auto-imponiendo la idea de que superarlo tenía que ser intensamente difícil. Aunque nada fuera realmente difícil con Kyle, ese judío hacía las cosas extrañamente llevaderas con solo unas pocas palabras.

- Entonces, Eric...- Kyle no sabía realmente como darle inicio a esa conversación, solo volvió a tomar asiento y se preparó para proseguir- ¿Por qué estabas llorando?

Y aquella pregunta, aunque esperada por Cartman, había atravesado de alguna forma su corazón como una daga. Solo pudo sentarse en el suelo, apoyando su cabeza en las rodillas de Kyle para volver a mirarlo con una intensidad desbordante.

Por donde empezar, la historia que Cartman estaba apunto de contar abiertamente podría tener perfectamente su propia novela particular. Y estaba seguro de que Kyle no era amante de los libros trágicos.

Kyle era perfectamente consciente de que a Eric le estaba costando empezar, así que sólo se quedó pacientemente esperando una respuesta. Mientras solo pudo situar su diestra sobre el cabello de Cartman y dar leves caricias sobre su cabeza.

Y así, Cartman comenzó a narrar la razón por la cual estaba tan repleto de emociones negativas.

Flashback

Eric como siempre tenía que hacer reporte de la zona que le había tocado supervisar, pero en aquella ocasión no bastaba con imprimir un documento y enviarlo. Scott estaba terriblemente impaciente de ver a Cartman personalmente por lo que inesperadamente lo citó a palacio.

Eric Cartman solo pudo sentir terribles náuseas ante la invitación, varias veces se quedaba en su cama solo observando la carta con temerosidad y otras veces, para relajarse, se iba a ver de lejos a Kyle.

No era consciente de como afrontar la vuelta al seno donde se había criado la mitad de su vida de la forma más espantosa posible, y desde luego desertar no era una opción porque si no era totalmente seguro que moriría prematuramente.

Tiró algunas prendas al azar en su mochila y la cerró. Aunque a veces la abría de nuevo con la intención de echarse atrás. Rodeado de tantas inseguridades transcurrió su día y cuando estaba frente a frente al avión solo pudo arrojarse en el suelo.

Wendy, quien estaba de prácticas para ser una azafata, tuvo que ir corriendo a por unos dulces para hacer sentir mejor a Cartman, y por supuesto a por un trapo mojado para limpiar el destrozo.

Después de permanecer por alrededor de diez minutos, los operadores de vuelo le comentaron a Eric que ya no podía postergar más la hora del despegue así que se embarcó como pudo y solo apretó sus manos, rezando para que el destino que allí le esperaba no fuera peor que mil agujas clavadas en la piel.

El vuelo fue turbulento, Alemania estaba pasando por borrascas ruidosas y solo hacía que el mareo de Cartman empeorara drásticamente. Aunque de alguna forma consiguió poner un pie en tierra aún vivo, con su maleta echada al hombro y caminando como podía.

Aires de CúpidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora