Creyentes

766 55 41
                                    

Estaba completamente seguro de que terminaría golpeando a Cartman en la cabeza si no se daba más prisa de la que se estaba dando hasta ahora. Habían ido a preparar todo para su viaje pero Eric había durado alrededor de dos horas eligiendo un montón de cachivaches inútiles para llevárselos al viaje, y Kyle estaba harto de explicarle que todos sus peluches no entrarían en una sola maleta y que mucho menos se iban de viaje toda la vida.

– Deja de ser tan jodidamente cansino, Kyle.

Juraba que estaba apunto de perder la paciencia, pero cuando iba a golpearlo Cartman solo podía recalcarle lo feo que era pegarle a alguien al que segundos antes estabas besando.

Diablos.

Kyle solo se fue a la puerta de entrada y esperó desde allí a que Cartman llenara la maleta con sus peluches, mientras él apenas llevaba una mochila con algunas prendas de ropa y una o dos libretas.

Eric Cartman había bajado las escaleras hasta el lobby que daba a su entrada con su característica ropa de niño pero unas cuatro tallas más grandes. Y Kyle solo formó una mueca de risa mientras cogía el gorro de Cartman del sillón y se lo ponía en la cabeza.

– Entonces ya podemos irnos– comentó Kyle.

Cartman había tomado la mano de Kyle allí mismo porque de no hacerlo se creía capaz de quedarse y mandar a Kyle solo a su muerte. De alguna forma, y gracias a que Kyle sabía manejar un auto, llegaron al aeropuerto. El tiempo de espera para tomar el avión era casi eterno, aunque Cartman lo estaba sobrellevando muchísimo mejor porque esta vez estaba acompañado.

– Y creo que esta es otra victoria para mí– Cartman se había llevado con él un juego de cartas y solo se regodeaba de sus victorias.

– Eso es porque volviste a hacer trampas gordo– replicaba Kyle.

– ¡Qué no estoy gordo! ¡Estoy fuertecito!

Kyle recordaba la última frase de Cartman de cuando era solo un niño y solo pudo reírse. Desde luego no había cambiado.

Finalmente la hora del vuelo se aproximaba y ambos fueron a tomar lugar en la cola. Eric no paraba de maldecir el hecho de que las personas mayores siempre tomaran lugares favorables en la fila solo por tener algunos años más y Kyle solo podía agarrarlo para evitar que cometiera algún error que los impidiera viajar.

Una vez domó a la fiera de Cartman y los dejaron entrar al avión, Kyle tomó asiento junto a la ventana y se quedó mirando las nubes atontado.

– Psst Kyle, acabo de ver a una tía irse de la mano con un señor al baño. Fijo que se van a morrear.

– Calla Cartman. No digas estupideces.

No era una estupidez, los dos chicos no tardaron en escuchar quejidos femeninos desde el baño y de ver a las azafatas agruparse allí para intentar que pararan. Y eso solo hizo que el resto del vuelo fuera incómodo, porque la pareja había salido y Kyle juraba que el sujeto aún estaba caliente porque no dejaba de meterle mano a la señorita.

– No Gustavo, aquí no. Nos están mirando– decía Cartman en tono femenino solo para hacer sentir más incómodo a Kyle.

Y vaya si lo consiguió, lo había dicho tan alto que incluso las personas en cuestión se habían volteado a mirar a Eric; y Wendy, desde su posición solo podía maldecir a Cartman por despertar de nuevo todo el revuelo.

Kyle había aprovechado su bolsa de cacahuetes para atacar con uno a Cartman, le había tirado un fruto seco directamente a la ceja y Eric como venganza solo pudo provocar a Kyle metiendo sus manos bajo su camisa e imitando de una forma muy ruidosa los quejidos anteriores de la señorita. Claro, hasta que las azafatas lo obligaron a callar.

Aires de CúpidoWhere stories live. Discover now