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Nacu:

-Está bien. Ver no hace daño a nadie.

-Cómo!?

Sorprendida por las palabras de Desu negué con fuerza. Nunca pensé que las cosas tornaran así. Intenté alejarme de mi nuevo "amo", pero este me sujetó fuerte de la cintura, pegándome más a él.

-Te acuerdas de lo que hicimos bajo la mesa?- me preguntó con esa sonrisa diabólica que ya conocía de sobra. Negué nuevamente; me acordaba perfectamente de lo que pasó hace unos días atrás, bajo la besa del profesor, en clase, pero no quería que volviese a pasar.- Prefieres que sea con él?- dijo serio- Prefieres que deje que Luis te haga lo que quiera?- dijo mientras me alejaba de su cuerpo y me acercaba a su compañero

-No- contesté rápidamente, volviendo a acercarme a él, lo que produjo que volviera a sonreír como un niño.

-Bien, entonces, arrodíllate- ordenó. Lo vi a los ojos, rezando con que cambiara de opinión y no me obligase a hacerlo ante el profesor, pero él insistió- O te agachas o te agacho.- amenazó- Ahora eres de mi posesión- me recordó- Si no me obedeces, te castigaré duramente. No me detendré por mucho que llores o te resistas, me dará igual si tengo que hacerte daño para conseguir lo que deseo.- esta vez no fue una amenaza, mas bien era un aviso- De rodillas... 

Finalmente hice caso, arrodillándome en frente de él, dejando mi rostro a la altura "perfecta". Sin saber muy bien lo que tenía que hacer, me quedé inmóvil, esperando algún timo de orden. Desu posó una de sus manos sobre mi cabeza, atrayéndome todavía más a su cuerpo, a escasos centímetros de donde se escondía su miembro. Este acortó la distancia que faltaba, consiguiendo que mis labios se posaran sobre el leve bulto que se formaba bajo el pantalón. Sin esperar a una orden en concreto, decidí posar mi manos sobre dicha zona, acariciando, mientras que daba algunos besos sobre la tela. Alcé la vista, encontrándome con los ojos de mi orfanateador, y este tenía una sonrisa radiante, mirándome como cuando un padre mira andar por primera vez a su hijo. Lo que me molestó un poco e hizo que volviera a la realidad; no podía hacer lo que quisiera sin luchar. Inmediatamente me alejé, sonrojada. Este lanzó una carcajada al aire.

-Realmente has cambiado durante este tiempo- rio- Eres muy obediente ahora que firmamos el papeleo- volvió a reír- Ese era el empujón que te faltaba?- dijo con un tono burlesco. Yo solo negué y agaché la cabeza. Él tenía parte de razón, en ningún momento me dio la orden de acariciarlo ni besarlo, lo hice yo sola- No te preocupes- me acarició suavemente el cabello- No me molesta este lado tuyo- sonrió- Ahora, cierra los ojos- ordenó. Ante eso, mi mente comenzó a funcionar, formando una pregunta: ¿por qué siempre me pedía que los cerrase? Desde el inicio me ha ordenado que no lo viera, que no me girase hacia él, que cerrase los ojos...

-Por qué?- pregunté en alto

-Cómo?

-Por qué siempre me pides que los cierre?- pregunté curiosa, consiguiendo que él frunciese el ceño y me viera mal

-No es asunto tuyo- gruñó- Solo obedece y punto- bufó. Miró a Luis, el cual estaba viendo la escena en completo silencio desde el principio- Tu corbata, dámela- su compañero le hizo caso inmediatamente y le pasó la prenda- Quieta- dijo serio. En ese momento comenzó a atar la corbata al rededor de mis ojos, asegurándose de no dejar ni una sola posibilidad de que pudiera ver algo. Y de repente: completa oscuridad. No veía nada.- Ves algo?- negué- Bien.

-Desu- la voz de Luis llamó su atención- Algún día...- silencio, no acabó la frase. Algún día... Qué? ¿Por qué se calló?  Seguramente Desu le habría visto mal o lo obligase a callar, pero por qué? Qué es eso que Desu no quiere que yo oiga?

El orfanato del castigo y el placer...Where stories live. Discover now