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Nacu:

Mi cuerpo tiembla. Unas grandes y fuertes manos me cogen de los brazos y me ponen de pie

-Puedes abrir los ojos- yo hago caso y me lo encuentro, enfrente mía, sonriente y con los ojos oscurecidos- Lo has echo muy bien, pero esto no ha acabado aún…
Acaricia mi cintura y empieza a besarme el cuello.

-Para por favor... -no puedo ni hablar, todo mi cuerpo tiembla por completo

-Porqué iba a parar? -pregunta con burla- Tengo que castigarte, has sido una niña mal... -y mientras me sonríe con una cara de cazador acechando a su presa, yo voy alejándome de él y retrocediendo hasta la mesa

-Yo... Yo no hice nada... -mentira, claro que he hecho algo, esconderme en esa maldita mesa

-Y ahora mientes -niega con la cabeza- muy mal. Primero te me insinuas; luego desobedeces mis órdenes; después te escondes y faltas a clase; y por último, me mientes... Está claro que necesitas un castigo... -y nada más decir esa última palabra, el me alzó y me sentó sobre la mesa, acostándome en ella

-No, por favor, se lo suplico... -he estado toda mi vida encerrada aquí, no pienso recibir un castigo ahora que me falta tan poco para irme...

-Ruega lo que quieras, no me voy a detener

-déjeme ir, prometo no volver a saltarme ninguna norma- insisto

-Ya lo sé, por eso voy a aprovechar este momento- una sonrisa ladina se dibujó en sus labios.

Separó mis piernas de golpe y puso su cuerpo para impedir que las cerrará. Le supliqué que me dejara, pero él solo se reía y me manoseaba. Empezó a besarme el cuello y subirme la falda del uniforme, mientras q yo solo intentaba alejarlo de mí. Sus manos empezaron a colarse dentro de mi ropa interior, y ahí es cuando lo empujé.

-no sigas! -conseguí gritar

-pequeña, aquí mando yo- sentenció, volviendo a ponerse sobre mí e intentando quitarme las braguitas. Por lo que empecé a golpearle en el pecho, pero él sólo se reía. Siguió hasta quitármelas -Cierra los ojos- me negué- Hazlo- dijo cual orden- negué otra vez- Hazlo de una maldita vez!! -está vez gritó, y el grito fue acompañado de un golpe en la mejilla, lo que hizo que empezará a llorar -Deja de llorar como una niña, demuestra la gatita furiosa que llevas dentro... -pasó su lengua por toda la mejilla enrojecida y escuché el sonido de su cremallera abrirse de nuevo- Ni se te ocurra mirar... -y mi cara pasó del llanto al miedo, al notar como algo duro y ancho hacía presión sobre mi intimidad

-No! -empecé a patalear como una niña pequeña, y a golpearlo sin cesar

-Quédate quieta- me cogió fuerte de las caderas y volvió a hacer presión

-Basta!

Sin darme cuenta una de mis manos fue disparada a su cara, dándole una cachetada. Al segundo esa mano estaba tapando mi boca... Que acabo de hacer!? Él se quedó un segundo quieto, sin decir ni hacer nada, hasta que me miró. Mi cuerpo tembló al instante, su mirada era fría, la cual nunca había mirado... Y antes de que pudiera decir una sola palabra, yo bajé de la mesa, cogí mi mochila y salí corriendo del aula. Dejando al profesor atrás.
Se supone que todo el mundo está en clase, así que yo voy corriendo hacia los aposentos para que nadie me vea, para poder cambiarme de ropa, para poder olvidar. Mis pensamientos me tenían tan absorbida que no me di cuenta de cuando me choqué con alguien, hasta que mi culo chocó contra el suelo. Alzó la vista, rezando conque no sea el profesor Dasu. Pero al ver hacia arriba, y ver quién es, vuelvo a rezar para que fuese Dasu. Me choqué con nada más y nada menos que con el señor Trein, el de gimnasia, un hombre de más de 2m de altura y que parece una puerta de lo fuerte que está, sin contar que su "herramienta de trabajo" está acorde al resto del cuerpo. Atontada por la caída, él me levantó como si fuese una pluma.

El orfanato del castigo y el placer...Where stories live. Discover now