Capítulo 1

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"El hombre del tren es igual a mi hermano"

El metro no tan estaba lleno esa mañana porque al clima se le había ocurrido azotar la ciudad con intensas lluvias por más de una semana. Itadori Yuji quería saber por qué estaba lloviendo tanto en pleno verano. Hace unos días el sol había estado reluciente en la cumbre, liberando olas de calor, pero en estos últimos días nubarrones grises cubrían el cielo como un manto depresivo. Estaba un poco irritado por el clima debido a que la humedad le hizo incapaz de estar fresco, además de que ya se estaba quedando sin ropa limpia para usar. ¡Llevaba olor a húmedo todos los días!

Sentado en la primera cabina del tren y mirando las pesadas gotas de agua deslizarse por el vidrio mientras escuchaba música, pensó en su mediocre situación económica. Tenía que pagar el alquiler, porque estaba a fines del mes, y hacer las compras semanales.

Yuji no tenía un trabajo fijo, solo trabajaba por unas horas en supermercados a llevar las cargas y también hacía limpieza a domicilio a personas de clase media. Al menos, hasta el mes pasado, lo ayudó mucho con los gastos. Pero ahora mismo no servía de nada trabajar por hora cuando de por sí la paga era tan mezquina.

Necesitaba un empleo en el que le pagaran bien. No quería quedarse en la calle y comer los restos de las basuras. Era muy joven para tener esa vida.

-Necesito dinero -susurró con el ceño fruncido, todavía mirando la lluvia caer.

-¿Cuánto?

Yuji volteó hacia atrás, asustado de descubrir que había alguien detrás de él y al cual no había registrado desde que se montó. El hombre no parecía estar bromeando, pero como no estaba seguro, decidió por no hacer nada.

Sin embargo, lo vio mover los labios y su voz nuevamente resonó en el asfixiante vagón.

-Puedo ayudarte.

El hombre, que no lo había mirado desde que empezó a hablar, lentamente dejó de observarse las manos y se dispuso a mirarlo fijamente. Yuji se quedó inmóvil, aturdido, porque jamás había entrado en contacto con personas que tuvieran los ojos así: azules como el cielo, brillantes e intensos.

Decidió esquivar sus ojos tan pronto lo vio reírse en voz baja de él, quizás porque no pudo fingir que no le afectó.

-No estoy seguro -contestó al final, incómodo consigo mismo.

Claro que Yuji no estaba seguro de eso cuando la situación ameritaba dudas. ¿No eran dos extraños viéndose por primera vez? No sabía nada de la otra persona como para creer que era buen samaritano por ayudar a los pobres. Por Dios. Yuji ya no era un tonto niño de diez años que aceptaría los caramelos de un desconocido. Esa época ya había pasado hace mucho tiempo, y si no hubiese sido por su abuelo, quizás habría recibido algo más de ese viejo decrépito del parque.

-Me llamo Satoru Gojo, tengo 28 años y soy profesor de universidad -lo escuchó decir con voz tranquila-. Puedo darte un trabajo decente donde no tendrás que humillarte en lo más mínimo.

Sus palabras eran tentadoras, lo admitía, pero aún no estaba seguro de aceptar. ¿Quién sabía si estaba mintiendo? No podía ver nada en su expresión tampoco.

No era experto en analizar a los demás, no lo hacía como podría hacerlo su hermano gemelo ante un estafador, y a veces tendía a ignorar buenas propuestas por temores de "omega".

-No lo sé.

El hombre cruzó sus largas piernas vestidas con telas negras y estiró los labios en una sonrisa ladina. Incluso su sonrisa era sospechosa.

-Te aseguro que la paga es muy buena -le dijo tal cual lo haría el diablo-. Además, es un trabajo que no requiere tu presencia todo el tiempo, solo cuando sea necesario.

Aroma a Deseo » Goyuu/GoItaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon