Capítulo 10

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Las suaves telas debajo causaron un leve gemido, y la persona tendida en la cama se removió con gusto. El aroma a lavanda, que flotaba en el aire como el rocío de la mañana, se confundía con el olor a tierra mojada. Yuji soltó un suspiro y se lamió los labios. Las sábanas a penas le cubrían el cuerpo, lo que dejó a la vista su tonificado torso y la curva hacia su zona íntima. En su piel se talló una cadena de brotes rojizos, como si un mosquito hubiera dejado sus huellas allí. A un lado, con la mitad de la cara hundida en la almohada y la espalda cubierta de rasguños y hematomas, se hallaba Satoru con los ojos cerrados. Tenía el cabello enmarañado, la espalda tatuada con rastros de besos, y la parte inferior de su cuerpo oculto debajo la sábana.

Yuji se giró mientras parpadeaba a la luz del sol que se filtraba por entre las rendijas de las cortinas. Se detuvo con la respiración congelada tan pronto vio a Satoru. Con los ojos abiertos, intentó recordar lo sucedido. Su mente, que parecía estar sumergida en la oscuridad, no le dio ninguna respuesta. Se sentó en la cama y respiró hondo. ¿Se había acostado con su empleador? ¿Por qué? Le fue difícil recordarlo. Beber nunca le causó tanta confusión como ahora. Se frotó la cara mientras los latidos de su corazón le taladraban los oídos. Algo debió haberse roto. Yuji pensó que él era el culpable, después de todo, siempre había causado problemas. No creía imposible que hubiese dado el brazo a torcer.

Tomó una profunda respiración, salió de la cama y se dirigió al baño. La habitación olía a una mezcla de ellos dos. Se sintió asfixiado con su propio olor, así que se encerró en el baño para evitar sentirse como la mierda. El estómago se le revolvió. Se sentó en la tapa del inodoro, con las manos en el rostro y las piernas temblorosas. Le dolía la parte inferior. Todo el cuerpo. ¿Cómo había llegado a esa situación? La confusión que sentía ahora le provocó conflicto.

Cometí un error, pensó mientras trataba de mantener la calma. Sabía que le gustaba Satoru, descubrió este sentimiento hace unos días, pero entendía que no podía ser. Los dos no fueron hechos para estar juntos. Yuji quería a alguien estable, no un encuentro casual. No deseaba ser el acostón de una noche.

«Yuji, no podemos estar juntos». Se pasó la mano por la cara varias veces, quería borrar la decepción. El pequeño fragmento de la conversación llegó a él como una caída dolorosa. Como un interruptor, pronto aparecieron más y más diálogos. Su expresión se oscureció a medida que recordaba. La pérdida en su corazón se hizo más profunda.

«¿No te importaría tener una  relación únicamente carnal?»

Me importa, pensó, y mucho. Pero no dijo nada de eso. Lo aceptó, sin duda. Una elección que ahora le causó dolor. Había disfrutado el sexo; fuerte y feroz, como alguien de tal calibre solo podía hacerlo. Pero el corazón se le partió en el proceso. Era increíble que, tan pronto el alcohol hizo su parte, cayera tan bajo a los pies del alfa. ¿Tenía algo de dignidad? Al parecer, no. Si la tuviese, no habría aceptado follar con Satoru por ansiedad que le había recorrido por las venas.

Con la desnudez a flor de piel, se arrodilló y vació su estómago en el inodoro. Volcó todo el alcohol que se había metido en el cuerpo, doloroso, forzado.

Unos golpes en la puerta le asustaron.

—¿Yuji? ¿Estás bien? —La voz sonó tensa, claro indicio de que estaba igual que él—. ¿Al menos puedes responder? Estoy preocupado por ti.

—Estoy bien. —Yuji cerró los ojos—. Saldré en un segundo.

No hubo más palabras. Él estuvo limpiándose durante un tiempo, antes de salir. Afuera, lo esperaba Satoru. Frente a las grandes ventanas, el alfa miraba la puesta de sol. Yuji se paró detrás de él y guardó silencio; interrumpir la tranquilidad del alfa no sería correcto. Miró la espalda y se avergonzó. Había causado tales heridas en el cuerpo ajeno.

De repente, Satoru lo sacó de sus pensamientos al preguntar:

—¿Estás molesto?

—¿Gojo-san?

—Intenté detenerte, pero...

—Sé —cortó y carraspeó—. Sé que lo hiciste, y que yo tuve la culpa. Solo que... esto se siente mal.

Satoru se giró hacia él, con una expresión tranquila. Yuji vio que no había nada allí y se relajó. Aunque le dolía saber que no era especial al no causar nada en el alfa, se alegraba de que las cosas no fuesen tan incómodas.

—¿No seguirás con el acuerdo de anoche?

—¿Es algo que se necesite hacer?

Satoru asintió.

—Tú lo aceptaste.

Yuji se removió con incomodidad.

—Pero...

—Será sexo. Solo hasta que este contrato termine. Entiendo que sientes algo por mí, pero no es correspondido.

***

Es corto, lo sé.
Espero escribir uno más largo la próxima vez.

Aroma a Deseo » Goyuu/GoItaWhere stories live. Discover now