18. Fin del segundo año.

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Los pasos de Amelia y Jayden resonaban por el pasillo, ambos se encaminaban hacia el despacho de la profesora McGonagall. La mayor había recibido una carta, en la cual solicitaban su presencia urgentemente y el otro había sido llamado por la jefa de la casa de Gryffindor.

La preocupación y el miedo invadían los cuerpos de los dos integrantes de la familia Benedette. Y sus mentes no dejaban de imaginar varios escenarios sobre lo que podía estar pasando con la pequeña pelirroja.

── Tía Amelia, lo siento mucho. Yo debí de...

── No es tú culpa, Jayden ──aclaró la castaña. Su rostro estaba serio pero por dentro sentía que se moría.

El muchacho sólo bajo la mirada. El sólo había dejado unos minutos a su hermana y cuando volvió al lugar dónde la había dejado, ella ya no estaba.

── Al único que debemos de culpar es a Joshua por heredarle su instinto suicida ──gruñó Amelia.

── ¿Papá también era así de joven? ──preguntó el azabache, caminando a la par de su familiar.

Amelia resopló.

── Claro. Siempre hacía las cosas sin pensárselo mucho ──relató Amelia, su semblante cambió a uno nostálgico por sólo unos momentos──. Recuerdo que Arlene siempre lo reñía...

Tragó saliva. No era momento para sumergirse en sus recuerdos, ahora tenía un asunto importante con el que tratar. Jayden sólo asintió con la cabeza y no preguntó nada más, sabiendo lo sensible que su tía se ponía con aquel tema, aunque también dejó de preguntar porque su mente se encontraba en otro lugar.

Sólo esperaba ver a su hermana sana y salva en aquel despacho. El corazón se le estrujaba de sólo pensar en dónde podría estar o que era lo que le podría estar pasando.

Y, durante el resto del camino, se reprochó por no haber cuidado bien a Alessia.

Llegaron frente a la puerta del despacho y, con temor, la abrieron.

²Alessia y la Cámara de los SecretosWhere stories live. Discover now