5. Sentimiento familiar

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"¿Nos vemos en la cima?"

Esas palabras me mantenían cuerdo. Era una frase simple sin nada especial, pero tenía un peso aterrador y significativo, que podría igualarse al primer "te amo" pronunciado por Margo. Se trataba de una promesa hecha por ella.

Era imposible que lo olvidara. Se repetía dentro de mi cabeza de manera constante, a tal punto que parecía haberse convertido en un potente combustible que me impulsaba a seguir adelante; cuando sentía que ya no podía moverme de mi sitio, solo debía repetirme esas palabras y creer que, al final, ella estará ahí.

Margo amaba pocas cosas en la vida. A a sus hermanos principalmente, las cosas adorables y lindas, los vestidos estampados, la comida y un buen café. Ella adoraba el café. En una ocasión, también me amó con todo el corazón.

Sin embargo, amarme fue lo más doloroso que ella pudo haber hecho.

Solté un suspiro profundo.

Recordaba lo último que pasó cuando se fue, cómo se dio la vuelta sobre la cama ante mis ojos para evadir a sus hermanos y a mí, sobre todo a mí. Aun sentía el dolor corroer en mi interior, porque esa situación se había dado por mi culpa.

No pude protegerla, no fui fuerte.

Mauricio se aclaró la garganta para llamar mi atención. Permanecía sentado, reclinado sobre el sillón en una actitud relajada y desinteresada, realmente solo era una fachada porque escuchaba y pensaba con la cabeza fría. Bajó su pierna de la otra, y me miró con atención calculada, observaba cada uno de mis movimientos y expresiones.

―¿Lo intentas realmente? Quiero decir, perdonar a tu padre.

―No creo que pueda hacerlo ―balbuceé―. Hago tanto como puedo para soportarlo, pero al final, la ira hierve dentro de mí y el resentimiento solo se alimenta cuando lo veo.

―¿Qué sucedió esta vez?

―Tú me sugeriste que saliera y tratara de convivir con mis padres, y lo hice, lo intento. Ayer cené con ellos. Sin embargo, no pude evitar mencionar a Margo en la conversación porque quería que él perdiera la postura por una vez. Creí que algo cambiaría; pero acabó de este modo. Esto no funciona. Esto me confirma que es mejor que siga trabajando en la academia, evitarlos siempre para mantener mi mente en paz.

―Thomas Lozano... estás jodido.

Me sentía tan abatido que podría explotar en cualquier momento, traté de encontrar el ritmo normal de la respiración. Un encuentro con mi padre era suficiente para alterarme. Esta situación era irónica, a parte de mi padre, que tenía el poder de agitar mi corazón de la rabia, Margo también sacudía mi corazón y mente.

En estos años no había podido sentir lo que con ella experimenté. Me sentía muerto por dentro, solo Margo Ann agitaba mi adormecido corazón de miles sentimientos. La quería de vuelta, la necesitaba, la extrañaba.

―No dejo de pensar en ella ―comenté.

―¿La buscarás?

―No ―sentencié sin dudar. Quisiera ir por ella, pero no tenía el derecho.

―¿Por qué?

―Ella me odia.

―No sabes eso.

―Claro que sí.

―No, Thomas, ¡tú asumiste eso! ―exclamó, malhumorado―. Nunca fuiste tan terco.

―Pues tampoco fui tan codicioso en el pasado como ahora ―esbocé una pequeña sonrisa, recordando lo que hice para ganarme el corazón duro de Margo―. Incluso así, ya perdí el derecho para amarla. No la merezco.

Seduciendo al chefWhere stories live. Discover now