15.5. Autenticidad del chef

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―¿Ya no estás triste? ―preguntó Thomas.

―Me siento mejor.

Reí.

La ducha era la mejor medicina para mis males y se volvía el doble de bueno cuando se tenía la compañía de un hombre apuesto.

Claramente podía cuidarme sola, pero las atenciones a veces descomedidas de Thomas era un gusto que me permitía gozar sin sentir culpa ni vergüenza. Bueno, era mi esposo. No lo iba a negar, me gustaba que me cuidara y mimara; si era con él, no me importaba ser vista como una niña pequeña caprichosa.

Solté un suspiro.

El baño era relajante y se sentía bien, pero...

―Thomas ―hablé con disgusto―. ¿por qué haces esto?

La idea de tomar un baño juntos era muy diferente a la de él. En las películas románticas y un poco subidas de tono que había visto, las parejas se enjabonan el uno al otro, y pues bueno, pasaba un poco de esto y aquello. Sin embargo, Thomas se había puesto a mi espalda y no me dejaba verlo.

Thomas soltó una pequeña risa mientras dejaba un suave beso en mi hombro.

―Últimamente eres muy traviesa ―comentó con diversión, sin reprochar mi actitud―, ahora no es el momento.

―¿Entonces me estás diciendo que solo tú puedes hacer esto?

―Si te hace sentir mejor, es difícil y doloroso para mí en este momento. ―De nuevo, soltó un suspiro profundo―. No hay nada que envidiar.

Hice un mohín. Eso lo podía decidir yo.

De todas maneras, era tarde para jugar.

Tras la ducha, lo que ocurrió después pasó demasiado rápido. Thomas como director tenía sus responsabilidades, yo como instructora debía cumplir con mis obligaciones; por otro lado, como esposa de él, debía comprender que la situación y el momento no eran aptos para ser traviesos.

Debido a la prisa, ninguno de los dos desayunó, tampoco pude arreglarme como era debido, aunque esto se resolvió en el último momento gracias a Roxy que me ayudó a maquillarme en el auto mientras Thomas manejaba en su lugar. Fue terrible, no volveré a entretener a Thomas en la mañana.

No pasó mucho antes de que me dirigiera directo a la oficina de Thomas tras repetir las mismas indicaciones a los estudiantes. Era un poco cansino repetir las mismas estrategias frente a un grupo diferente esta semana.

Frente a la oficina de Thomas, noté que el cubículo de la asistente del director se encontraba vacía. Incómoda, toqué la puerta un par de veces. Sin esperar respuesta, entré con una sonrisa.

Thomas permanecía concentrado escribiendo en los papeles, elevó el rostro ante mi intromisión; mi atención se volvió hacia una chica de cabello rubio que me miraba sobre el hombro. Ella se recargó sobre el respaldo de la silla, cruzando sus largas piernas sobre la otra, su actitud seductora no me agradaba. ¿Lo hacía a propósito?

Ugh, era la asistente, ¿cierto?

Estaba un poco insegura para identificarla, pues Eleonora y Alice eran rubias también. Eleonora tenía el cabello ondulado y con buen volumen; su porte era elegante sin esfuerzo. Por otra parte, Alice tenía la mirada afilada de una mujer pretenciosa, además que su cabello era corto. Esta mujer frente a mis ojos tenía una actitud bastante inocente que era engañosa.

―¿Interrumpo? ―pregunté.

―No. ―Thomas esbozó una pequeña sonrisa mientras dejaba el bolígrafo sobre los papeles―. Pasa.

Seduciendo al chefΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα