10.5. Yo lo seduciré

2.2K 261 109
                                    

Inquieta, me removí ante un brusco movimiento; abrí los ojos despacio, notando que algo me apretaba alrededor de la cintura.

Alcé la mirada, somnolienta; vi a Thomas durmiendo a mi lado. Su cuerpo fornido se apretaba a mí por detrás con delicadeza en un abrazo gentil. Thomas trazaba leves círculos en mi abdomen con una mano, mientras que la otra permanecía aprisionada bajo mi cabeza. Me giré y le devolví el abrazo con fuerza.

―Buenos días ―dije.

Él me sonrió de vuelta, volviendo hacia mí.

―Hola, ¿dormiste bien?

Asentí, soltando un bostezo.

―Duerme un poco más, yo me preparé para ir a trabajar. ¿Qué te gustaría desayunar?

Al notar que se desenredaba de mí, hice una mueca. No quería que se fuera, deseaba quedarme en cama un poco más con él. Apreté mi abrazo más, no queriéndolo dejar ir.

―Tendré una degustación en pocas horas, así que prefiero comer algo liviano. Solo fruta está bien.

―¿Segura?

―Sé que se te está haciendo tarde, pero... ¡ahg! quiero dormir más.

Él soltó una pequeña risa.

Al final lo dejé ir. Por culpa de mi abuelo, en los últimos años había aprendido a ser caprichosa, todo lo quería y deseaba, él se encargaba de dármelo. Bueno, no todo, porque tan pronto mencionaba a un hombre, empezaba a sermonearme.

Thomas me dejó un beso en la frente antes de salir de la cama y caminar al cuarto de baño. Tenía la intención de levantarme, pero cambiarme al lugar vacío que dejó Thomas a mi lado fue mi perdición. Su aroma particular estaba impregnado en las sábanas, con la intención de pretender sentirlo cerca, me quedé ahí; era como un tranquilizante que terminó por inducirme a un dulce sueño.

Algo húmedo en la frente me despertó.

―Perdón, te desperté ―se disculpó Thomas, arrepentido―. ¿Estarás cuando vuelva?

―Sí. ―Aunque eso dependía a qué hora salía Thomas de trabajar.

―Dejé frutas sobre la mesa y un par de sándwich, recuerda comerlos.

―De acuerdo.

¿Cuánto tiempo me quedé dormida? Debería estar corriendo ahora. Thomas ya se había duchado, luciendo un apuesto con ese traje retro azul que lo hacía ver elegante. Se veía guapísimo. Quería tenerlo sobre mi cama todo el día.

Parpadeé un par de veces, debería levantarme. Se me hacía tarde.

La costumbre de no tener nada programado en las mañanas me hizo olvidar que mi nuevo trabajo y horario cambió en el momento en que decidí jugar en la academia. Significaba que mi día empezaba en el mismo momento que Thomas; de hecho, viéndolo de otra forma, debería ser antes.

Maldición.

Thomas no sabía que yo era la señorita Moir. En el pasado, siempre usé el apellido de mi madre para presentarme, así que Thomas no debería haber intuido que la señorita Moir era yo, a menos que hubiera hurgado en mis documentos legales. Puesto que el tema no surgió ayer, olvidé mencionarlo; además, ni siquiera preguntó a profundidad por qué estaba en el banquete.

Me apresuré rápido, me di una ducha fugaz y me vestí con el primer conjunto que el personal de la tienda me preparó con antelación. Empaqué el desayuno que preparó Thomas en un topper pequeño.

Luego salí al pasillo, entrando a la primera puerta que saltaba a la vista. Lo bueno de este apartamento era la fácil estructura y el acceso inmediato al ascensor, pero bajé al estacionamiento por error.

Seduciendo al chefWhere stories live. Discover now