Destino ➮ᏚeokᎻui

c a t o r c e

Rubio y moreno llegaron a sus asientos antes de que el timbre sonara para la primera clase. Sin embargo, JeongHan se altero por dentro, un instante, cuando vio una rosa roja reposar en el pupitre de SeokMin.

— ¿Una rosa?

—S-sí —SeokMin dudo en tomarla— ¿Puede ser que Jun...? —Volteó a ver a su amigo con los ojos llenos de esperanza.

—Piénsalo bien, Seok.

SeokMin bajó la mirada y se vio un tanto desanimado una vez que se tomo el momento para reflexionar. Jun no lo soportaba, ¿Cómo podría pensar que el pelirrojo le dejo una rosa  después de hacerlo pasar un mal momento?

Para SeokMin la peor forma de cortejar era dando flores a tu ser amado, pero si Jun era esa persona que se lo daba, SeokMin lo aceptaría sin protesta.

El moreno tomó del tallo y se regresó a JeongHan con una tenue sonrisa.

—Hannie, a ti te gustan las flores. Tómala, es para ti.

JeongHan se ruborizo y aceptó la rosa de inmediato. Su sonrisa avergonzada y llena de ternura empezó a cambiar a medida de que buscaba la mirada de Joshua, quién estuvo atento a ellos desde que llegaron, y ahora fue turno del rubio en sonreír con arrogancia.

Joshua estrechó sus ojos y se cruzó de brazos. Su mandíbula estaba tan tensa que sus dientes podrían quebrarse en cualquier momento. Debió haberlo ignorado una vez que escuchó por casualidad una de sus conversaciones en llamada. Era obvio que JeongHan le había hecho una trampa.

—Jun, no te vez bien hoy. ¿Estás enfermo?

Cuestionó SeokMin con alarma, cuando el mayor llegó a la biblioteca con un aspecto vulnerable, y llevando consigo una bufanda gris envuelta en su cuello, dejando que la punta rojiza de su nariz fuese el centro de atención.

—Sí —Dijo con su voz ronca.

—Si no estás en condiciones para la tutoría, podríamos cancelarlo.

—Qué tonto, sólo es un ligero resfriado.

—Pero, Jun...

—Suficiente, no necesito que te preocupes por mí.

SeokMin se silencio ante la rudeza del mayor —Justo ahora no deseo pelear contigo, así que, cállate y no hagas nada estúpido.

En cuanto SeokMin regreso a su asiento y se encogió, asintió sin remedio. Durante la mitad de la asesoría, SeokMin olvido las palabras duras que Jun había dicho, y se dispuso hacer lo mismo de siempre. Admirarlo.

— ¿Entendiste el tema? —No era la misma voz llena de fastidio, pero tampoco era una voz suave.

Se vio limpiarse con un trozo de papel que sacó de su bolsillo, y el corazón de SeokMin se sacudió por la imagen tierna frente él. La manera en la que se halaba las mangas de su suéter, le hizo esbozar una sonrisa de ternura.

— ¿De qué te ríes? ¿Entendiste o no?

—Sí —Amplió aún más su sonrisa, como si esperaba provocar al mayor.

—Bien —Ignoró las expresiones faciales del moreno y siguió con lo suyo— Harás un par de ejercicios para completar.

Después de que Jun le paso la hoja, se acomodó decidido a esperar que SeokMin terminara, pero mientras los minutos pasaban, el sueño empezó apoderarse de él, ocasionando que sus ojos empezaran a cerrarse poco a poco. 

SeokMin se percató de ello una vez que terminó. Lo llamó con suavidad un par de veces sin levantar tanto la voz, sin embargo, no recibió repuesta alguna. El mayor se veía que andaba en su quinto sueño. SeokMin anotó mentalmente el sueño pesado de Jun.

El moreno esperó un pequeño lapso, pero sentía que debía despertarlo, sino esperaba un golpe a cambio por no hacerlo. Se acercó vacilante al pelirrojo. Cuando lo vio, este tenía recostada su cabeza encima de uno de sus brazos, con sus delgados labios entre abiertos y abultados.

Las pupilas de SeokMin se dilataron en cuanto observo aquella comprometedora imagen. Pronto su mente empezó a colapsar por la belleza indescriptible de Jun. SeokMin tomó el riesgo de sacar su celular y abrir la aplicación de cámara, para tomar una foto del rostro angelical y pacifica.

Cuando volvió a ver la imagen en su galería, una vez más se enamoro de Jun.

Al seguir apreciando a Jun, la mano libre del mayor reposada en la superficie, llamó la atención de SeokMin. Una pregunta cruzo su mente. 

¿Qué tan suave seria su piel?

Debía averiguarlo.

Tomó aire, y en el camino titubeo. Estaba nervioso. Su corazón latió conforme avanzaba y una vez que alcanzó la mano de Jun, rozo con suavidad, como si se tratase de la más fina y débil porcelana. SeokMin sonrió delicadamente.

— ¿Qué estas haciendo?