2. The golden boy

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— Jefe...ya es hora — anunció su mano derecha, un joven chef al que le dejaba encargada la cocina cada vez que él tenía que ausentarse por algún motivo.

Jiang Cheng había estado muy monótono todo ese día. De hecho, sus empleados notaron algo muy raro en él, pues usualmente levantaba la voz a cada momento para dar órdenes y señalar errores. Sin embargo, esa mañana el jefe había llegado muy serio y había permanecido callado la mayor parte del día.

— Te dejo a cargo — dijo fríamente, saliendo de la cocina.

El sub-chef asintió, aunque se encontraba algo preocupado por tener que encargarse del evento de esa noche él solo.

Todo el restaurante había sido reservado para los directivos de una importante empresa. La reputación del lugar estaba en juego y, precisamente ese día, el chef principal, el jefe, el San Du Sheng Shou (practicante experto de los tres venenos) del círculo de la gastronomía china, había decidido entrar en corto circuito.

Jiang Cheng fue hasta los vestidores y se quitó el uniforme. Se sentó en una de las bancas y miró su celular por un largo rato. La notificación de la empresa de citas a ciegas estaba ahí. Dentro de una hora, Jiang Cheng debía presentarse en un hotel para tener su primera cita a ciegas. ¿Cómo había accedido a esa locura?

— Wei Wuxian...¡te romperé las piernas! — dijo para él mismo a tiempo que golpeaba su casillero con un puño cerrado.

**********

(Flashback)

— A-Cheng, qué bueno que llegaste — dijo Yanli al ver que al menos uno de sus hermanos había sido puntual.

— ¿Sólo me esperaban a mí?

Yanli negó con la cabeza — A-Xian está en camino.

"Ese idiota siempre llega tarde" pensó Jiang Cheng.

De hecho, tuvieron que esperar una hora más para que Wei Wuxian se presentara. Jiang Fengmian, su esposa, y sus tres hijos, lanzaron las linternas esa noche y todos pidieron un deseo según lo que mandaba el corazón de cada uno.

Cerca de la media noche, los mayores y Yanli se retiraron a descansar. Jiang Cheng decidió quedarse esa noche en la casa de sus padres, solo porque su hermana le había hecho el favor de encargar a alguien para que fuera a alimentar a su mascota.

— A-Cheng, hace mucho tiempo que no te quedas aquí — dijo Wei Wuxian mientras le extendía una lata de cerveza a su hermano.

Ambos estaban en la terraza, sentados en unas cómodas sillas plegables, todavía viendo las miles de linternas que inundaban el cielo.

— Y tú ya llevas demasiado tiempo aquí — respondió él haciendo referencia al hecho de que Wei Wuxian vivía en un anexo de la casa de sus padres.

El pelinegro sonrió y negó con la cabeza — Es más cómodo para mí quedarme aquí, pero puede ser que vaya a mudarme pronto.

— ¿Por fin lograste ahorrar para un departamento?

— Mejor. Ahora tengo un alfa dispuesto a darme la vida que tanto merezco — dijo bromeando, aunque sí era cierto que tenía un alfa.

Jiang Cheng puso los ojos en blanco y bebió un largo sorbo de su cerveza.

— ¿Qué hay de ti? — preguntó Wei Wuxian — ¿No tienes la necesidad omega por un alfa que te...

— ¡Wei Wuxian! — exclamó Jiang Cheng luego de casi atorarse con su bebida — ¿Puedes dejar de ser un desvergonzado?

Boy in redDonde viven las historias. Descúbrelo ahora