4. Just one night

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— Maldición — dijo mientras su vista empezaba a nublarse a mitad del camino — Ese idiota huele tan bien...— hacía referencia al hombre desconocido, irónicamente, y no al chico con el que había tenido su cita.

Jiang Cheng no pudo resistirlo más, volvió a frenar y a parquear, pues no estaba en condiciones de manejar o corría el riesgo de atropellar a alguien o sufrir un accidente. Lo único que podía hacer era buscar su teléfono y llamar a Wei Wuxian para que pudiera ayudarlo. Si llamaba a su hermana o a su madre no harían más que entrar en pánico y su padre no podría fingir una buena excusa para salir de su casa a media noche.

Mientras buscaba su teléfono en sus bolsillos, vio nuevamente que el auto que había chocado hace un momento volvía a parquear detrás de él. El tipo del que acababa de escapar no había tardado casi nada en darle encuentro, ya que el intento de fuga de Jiang Cheng fue una patética broma, considerando que solo logró avanzar un par de calles antes de volver a detenerse.

Ambos hombres bajaron de sus coches casi al mismo tiempo. Jiang Cheng cerró su coche y aseguró las puertas después de dejarlo.

— ¡Estás conduciendo en zigzags! — dijo primero el hombre con un tono bastante preocupado.

— Bien, si de verdad quieres ayudarme, hazlo — respondió Jiang Cheng y sin más caminó hasta el coche del desconocido y subió al asiento del copiloto.

El alfa tardó en reaccionar unos segundos ya que no daba crédito al cambio de comportamiento del omega. De cualquier forma, el desconocido regresó al volante con prisa — El hospital más cercano esta...

— No me estuviste siguiendo para llevarme al hospital, así que deja de decir tonterías — lo interrumpió Jiang Cheng mientras se removía en el asiento como si toda superficie que tocara le quemara la piel — Sabes que estoy en celo y tu aroma me está volviendo loco. Llévame a un hotel — le ordenó al desconocido sin pensar mucho en sus propias palabras, pues si lo hacía moriría de vergüenza.

El Jiang Cheng cuerdo nunca pediría algo semejante y menos a un desconocido, pero no podía aguantar más como se sentía estando cerca de ese hombre. Estaba seguro que Xue Yang le había puesto algo en la bebida, porque después de eso sus sentidos se potencializaron al máximo.

— Yo...no creo que sea adecuado — respondió finalmente el hombre con el motor del auto prendido pero sin ir aún a ningún lugar.

— Bien, entonces no puedes ayudarme — afirmó Jiang Cheng estirando el brazo hacia la puerta para abrirla, pero antes de que pudiera hacerlo el hombre cerró todas las puertas y aceleró su coche.

El alfa condujo en silencio, con la mirada fija en el camino, por al menos quince minutos. Su velocidad sobrepasaba lo reglamentario, pero no le importó, pues los sonidos que provenían de la boca de Jiang Cheng eran lo suficientemente sugerentes como para convencer a un monje de olvidar todos sus votos.

Llegaron pronto a una villa privada con casas muy similares a primera vista. El desconocido condujo hasta un garaje que se abrió automáticamente y el coche entró a una propiedad bastante amplia y rodeada de bellos jardines. Se detuvieron frente a la puerta principal de la casa y el desconocido bajó primero para abrirle la puerta a Jiang Cheng.

— Esto no es un hotel — dijo el omega mientras descendía del auto.

— No hay nadie más que nosotros en esta propiedad — afirmó el extraño para aliviar cualquier preocupación.

Jiang Cheng asintió y caminó al lado del hombre hasta el interior de la casa. Aunque todas las luces estaban apagadas, Jiang Cheng observó que el lugar era enorme y moderno, y sentía curiosidad, pero no estaba en posición de preguntar.

Boy in redWhere stories live. Discover now