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Algunas semanas habían pasado. Draco seguía arreglando el armario evanecente y trataba de guardas las apariencias

Por su parte Luna solo disfrutaba de un año más en hogwarts, ciertamente había infinidad de noticias diciendo que había desapariciones, pero ella no se dejaba influenciar, su papá siempre repetía que al mal tiempo buena cara

Desde su inesperado encuentro con Draco en el pasillo, no habían vuelto hablar, a veces lo observaba por los pasillos y en ocaciones en el comedor. Había notado que no comía mucho y que muy marcadas ojeras se formaban bajos sus ojos

El platinado si se mantenía atento a los movimientos de la pequeña Lovegood, había descubierto que verla lo lograba calmar, una extraña energía parecía emanar de ella, que inevitablemente le atraía, después de todo el estrés, observarla de lejos era lo único que lo mantenía cuerdo.

Ver cómo su cabello se movía con el viento o como su nariz la mayoría del tiempo estaba rosada por el frío, después de todo siempre estaba descalza. A veces lo hacía sonreír con sus acciones, la forma en la que caminaba o como siempre era gentil con todos y definitivamente había notado lo descortés que eran todos con la pequeña Luna.










































































Luna se encontraba alimentando a los thestrals con carne cruda que los elfos le regalaron. Sus pies descalzos, gracias a la extraña desaparición de todos sus zapatos, incluso de sus amadas zapatillas rojas con olor a cereza

Le gustaba sentir la tierra entre sus dedos, pero admitía que el frío los lastimaba

—toma un poco— dijo la rubia extendiendo un trozo de carne a un bebé thestrals

El pequeño caballo alado se acercó tomando la carne con su osico y alejándose junto a su madre

—¿Que haces Lovegood?— la voz desde un árbol

A Luna ya le parecía familiar, por lo que ni siquiera buscó de dónde provenía

—alimento a mis amigos— respondió al aire, sabiendo que Draco la podía escuchar claramente

Escuchó un golpe sordo y como alguien se acercaba a ella. Él joven se paró a su lado, mirándola de pies a cabeza

—¿Y es necesario que estés descalza?— preguntó, arqueando una ceja al ver los pies de Luna

—realmente no, pero ya no me quedan pares de zapatos— dijo con sencillez. La rubia se acercó peligrosamente al rostro pálido de Draco —los Nargles me han visitado con más frecuencia— susurró, logrando que su aliento cálido chocara con el rostro del platinado

Draco pudo oler al aliento a menta y notó muy de cerca las pecas que adornaban el rostro palido

—Lovegood— advirtió el slytherin
—estas muy cerca, necesito mi espacio— susurró, Luna sonrió y se alejó de él

—lo siento— se disculpó, dejando salir una risita

Se acercó a uno de los animales entegandole el trozo de carne. Draco abrió los ojos al ver cómo el trozo flotaba y luego desaparecía en la nada

extraña casualidad Where stories live. Discover now