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El momento había llegado. Una tarde de junio marcaría el fin de la espontánea relación de dos adolecentes. Las extrañas casualidades y encuentros que los llevaron acercarse uno al otro

Él platinado podía sentir su corazón latiendo con rapidez en sus oídos, como un zumbido

Estaba harto, cansado de ocultar la verdad hacia quien siempre había sabido descifrarlo y comprenderlo como nadie en este mundo

¿Estaba nervioso?. Definitivamente si, Luna era esa extraña casualidad que encontró en los pasillos, esa rubia atolondrada que logró colarse hasta sus huesos con miradas azul angelical y calidez en abundancia, sabía que ella era todo bondad y ternura pero la pregunta rondaba...

¿Podría perderla?. Habia una probabilidad alta, Luna era limpia de corazón y fuerte con sus ideales, ella estaba segura de en quien estaba su lealtad y Draco prevenía que ya no estaría con el

Es lo correcto. Pensó, Luna merecía la verdad, no la imagen distorsionada de si mismo que le había entregado, por más real que fuera para si mismo, no lo era para ella

Caminó hacia su lugar de encuentro, el salón vacío, el que se había convertido en su guarida después de sus colapsos mentales. Este lugar vacío y las manos de Luna acariciando su cabello, eran simplemente la gloria

Cuando entro suspiró ante su soledad, su rayo de sol aún no había llegado y de cierta forma lo calmaba, tenía tiempo para pensar en que decirle, en como decirle o tal vez... arrepentirse

Se lo pensó seriamente, parándose junto a las ventanas, vió las copas de los árboles a través de las vidrieras y se podía ver algunos alumnos jugueteando o estudiando

Se perdió entre la simplicidad de esas actividades, mismas que él debía estar haciendo, sin preocuparse, sin las responsabilidades que cargaban sus hombros anhelaba esa calma, anhelaba haberse negado al trato que hizo con Voldemort, ya no deseaba la gloria, el glamur o el dinero que le ofrecía su apellido

Solo deseaba tomar a Luna y huir junto a ella, perderse en algún lugar donde jamás los encuentren, pero sabía que ella jamás aceptaría eso

Luna era valiente, siempre le hacía frente a sus problemas y aceptaba las consecuencias de sus actos. Jamás buscaría esconderse y la sola idea de proponérselo le provocaba vergüenza

Lo mejor era que él aprendiera de la rubia bonita y también lo hiciera, enfrentarse a los problemas y a la verdad, debía hacerlo.

El hilo de sus pensamientos se vio interrumpido por un par de brazos delgados rodeando su cintura, podía sentir el cuerpo delgado y pequeño detrás de el, pudo escuchar la risa contenta de la menor y como respiraba más profundo cerca de su espalda, mania que había adquirido para oler el perfume del Slytherin

Sonrió con tristeza, adoraba verla, adoraba ser rodado por sus brazos delgados y la manera en que siempre buscaba refugio en él, pero justo en este momento hubiera deseado que no recordara ir, que se hubiese ocupado lo suficiente como para no acudir al salón y él pudiera optar por la opción de arrepentirse

—lo siento, Ginny me entretuvo un poco— se excusó, recargando la frente en la ancha espalda de Draco

El platinado acarició con la yema de los dedos las manos que se entrelazaban en su cintura

—No te preocupes— le calmó, mirándola por encima del hombro, ojos azules y brillantes le devolvieron la mirada

—¿Llevas mucho esperando?— cuestionó, antes de dejar un beso en la mejilla de Draco, él cual sonrió gustoso ante el acto

—No, solo un par de minutos— le aseguró mintiendo, por qué llevaba tiempo pensando en ella y en el asunto que debía contarle
Desenredo las manos ajenas y la jaló con delicadeza, para dejarla frente a él, acunó el rostro sonrojado entre sus manos, sintiendo la suavidad de su piel —pero por ti, esperaría siglos— susurró, acercándola para dejar un cálido beso en la frente de Luna

extraña casualidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora