01

5.3K 243 87
                                    

Draco miraba a todos con altanería, su vida se había reducido al cumplimiento de la misión impuesta por su amo. Su antebrazo izquierdo aún ardía bajo la marca tenebrosa que lo adornaba. De alguna manera su orgullo se había ensanchado, sin llegarse a imaginar la cantidad de consecuencias que este nuevo objetivo le traíria

—Draco, ¿Te encuentras bien?— preguntó Pansy, con su típico tono preocupado, cuando del platinado se trataba

—¡No molestes, Pansy!— demandó el muchacho, mandandola a callar, la pelinegra le miró con incredulidad y con indignación, volvió su mirada a la ventana —¿No creen que Dumbuldore debería retirarse ya?— cuestionó de la nada

—¿A qué te refieres?— preguntó Blaise, sin comprender lo que su amigo deseaba expresar

—nada en concreto, solo me parece que ya es bastante viejo, debería dejar hogwarts, sería lo mejor para todos— él platinado tenía la mirada perdida, los dos Slytherin frente a él le miraban con algo de temor y confución a partes iguales

—Explícate— demandó la muchacha, hartandose del jueguito de palabras que su novio jugaba

—sencillamente digo que las cosas cambiarán, que mis planes son mucho más brillantes de lo que creen, más allá de tomar tontas clases o soportar a estúpidos niños de primero— alego él platinado, mirando a su...."novia", más bien, él diría una admiradora

La conversación fue interrumpida por un estudiante de tercero, llevaba varias cartas entre sus manos

—¿Blaise Zabani?— preguntó el niño. El moreno respondió y el chico le entregó la carta que llevaba su nombre

—¿Que es?— preguntó Pansy

—no tengo idea, no ves que apenas la voy abrir— dijo irónico el moreno, la chica rodó los ojos con fastidio —es una invitación, Horace Slughorn— tanto Draco, como Pansy se miraron entre sí, para luego mirar al moreno —ire averiguar— informó el chico, levantándose y emprendiendo su caminó

El camino continúo silencioso entre Pansy y Draco, no fue hasta que cierta rubia los interrumpió de su silencio incómodo

—Hola, soy Luna Lovegood— saludó la joven, con una sonrisa que lograba incomodar al platinado

—¿Que quieres?— cuestionó Draco, mirándola

—disculpen que los moleste, solo quería entregarles ésto— dijo en tono soñador y despreocupado, extendiendoles dos revistas, que llevaban por nombre el quisquilloso

—quisquilloso...— se burló Pansy
—¡No molestes lunática!— le reclamó

La rubia frunció el ceño, no entendía por qué la hostilidad, si ella no había ofendido de ninguna manera

—¿Acaso he dicho algo que te moleste?— preguntó la Ravenclaw, la pelinegra le miró con desagradó

—tu sola presencia molesta e incómoda a cualquiera, ¿No es así Draco?—

él platinado miró de pies a cabeza a la rubia que aún le miraba con una sonrisa, por alguna razón se sintió cálido y como acto reflejo le devolvió la sonrisa

—tal vez— respondió Draco, sin poder apartar la mirada de los ojos de Luna, está se sonrojo un poco y Draco se descubrió pensando que ella era tierna 

—¡Luna!— le llamó Neville, haciendo que Luna abandonara la lucha de miradas que tenía con Draco —¿Que haces aquí?—

—yo solo...entrego mi revista, mira— Neville se acercó hasta Luna y con una sonrisa tomó la revista

—¿Te han hecho algo?— preguntó el castaño mirando a ambos Slytherin, Luna negó —No deberías hablar con ellos— advirtió

—pero...— quiso refutar la rubia

—deberías irte con él, Lovegood— interrumpió Draco, mirándola con advertencia

Luna con una actitud bastante infantil, se encogió de hombros y tomó la mano de Neville, este miró a Pansy y Draco con algo de enojó y con mucha rapidez saco a Luna de ese vagón

—amigos extraños que se consigue Potter— exclamó Pansy, aún mirando por dónde salieron Neville y Luna

—bastante— respondió Draco

—¿Por que la llamaste por su nombre?, Demasiada familiaridad, ¿no lo creés?— dijo Pansy, entrecerro los ojos, él platinado arqueó una ceja mirándola

—¿Eso te importa?, Estoy seguro que no debo darle explicaciones de mis actos a nadie y mucho menos a ti— soltó Draco mirando con molestia a la pelinegra

Por otro lado, en otro vagón, Luna se sentaba junto a Ginny y Neville junto a Harry

—¿Dónde estabas?— preguntó Potter, algo distraído, ya que su mirada se enfocaba en la pelirroja que tenía frente a él

—salvando a Luna de Draco—

cuando Neville mencionó el nombre del platinado, Harry le miró de inmediato, para después mirar a Luna

—¿Te ha hecho algo?— preguntó el azabache, pero la jovén negó

—No, de hecho me sonrió— respondió la rubia con algo de sonrojo —su plática era bastante interesante— 

—¿De que hablaban?— cuestión de inmediato, Ginny le miró con ojos muy abiertos casi advirtiéndole

—Harry...por favor...— advirtió la pelirroja

—yo...yo lo siento— se disculpó el muchacho

—¿Que está pasando?— preguntó ahora Neville

—Nev, ahora no, después...— dijo Ginny apuntando a Luna con la cabeza

La rubia no muy pendiente de la conversación se encontraba perdida en su mente, recordaba la sonrisa de Draco y por muy extraño que se sintiera le pareció que él le sonreía con sinceridad y se sintió cálida bajo su mirada

—disculpen, Potter, Longbottom y Weasley me pidieron que les entregará esto— el niño paso las cartas a los mencionados

—¿Que es?— preguntó el pelinegro, miéntras examinaba la carta entre sus manos, que más bien era una invitación 

—una invitación, Horace Slughorn—  respondió Ginny

—es el profesor que visitamos Dumbledore y yo, era un hombre muy extraño y parecía obsesionado con que talentosos son los magos— explicó Harry

—lo mire en el pasillo, cuando venía del baño, pensé que me regañaría, le avente un moco murciélago al idiota de Mccgagen, quería que le contará sobre el ministerio— dijo Ginny

—Ginevra, ¿Estás loca?!, No puedes ir por ahí tirando maleficios— regaño Neville, el pelinegro y la rubia comenzaron a reírse

—desearía haber visto eso— se lamentó Harry entre risas

—¡Oh vamos chicos!, Deben ayudarme a regañarla— se quejó Neville, haciendo que los otros tres estallaran en risas —ya cálmense, debemos ir averiguar sobre está invitación—

—vamos entonces— concordó la pelirroja

—que se diviertan chicos— ánimo Luna y clavó la mirada en la ventana, mirando el exterior

—¿Deberíamos dejarla sola?— susurró Neville, que miraba con duda a la rubia, Ginny y Harry asintieron

Los tres salieron del vagón, dejándola sola

extraña casualidad Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz