Capitulo 16

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El problema con la verdad es que no le  puedes tener certeza.
Se quedó toda la mañana mirando aquella pequeña prenda, esperando que por alguna razón, de ella saliera la respuesta, la verdad. Lo que debía hacer ante aquella situación.
Todo el cuerpo le dolía, seguramente tenía moretones internos, y una gran suerte de no tener hemorragias internas. Algunas heridas habían sangrado despues de ser cerradas, dejando manchas de sangre seca en su rostro, brazos y torso.
Había llorado al menos una hora, pensando el las estupideces que había cometido con su prometida.
En aquel momento, sentado en la soledad del comedor mirando la pequeña camisa, se había dado cuenta de algo: llevaban dos meses en Freeridge, y hacía uno que Yulia se había estaba comportando raro. La había notado distraída, y también su vientre creciendo, a pesar de lo hermosa que le parecía Yulia por fuera y dentro, que su cuerpo cambiará no haría que la dejase de amar. Había tenido muchos antojos, pero Spooky lo asociaba al poco tiempo que tenía para cocinar. ¿Será que no confiaba en él? ¿Por qué no le había dicho? Según sus cálculos, Yulia tenía un mes de embarazo. No la culpaba por no decirle, se había comportado bastante inmaduro los últimos días, ¿Acaso pensaba que la abandonaría si se lo decía? ¿Pensaba que no estaba listo? ¿Que sería un mal... La sola idea le provocaba náuseas. ¿Que sería un mal padre?
Parecía faltarle la respiración. Llevó una mano a su cuello, en un fallido intento por recuperar la respiración normal. Distraído frotó su rostro con la mano que segundos antes estaba en su cuello. Lágrimas silenciosas resbalaban aún por sus mejillas quemando poco a poco su triste y desahuciada alma.
A mitad de sus lamentaciones y pensamientos, un golpe sordo lo hizo sobresaltarse.
Alguien tocaba la puerta.
Un golpe más. Él no pensaba abrir la puerta. Pero no fue necesario, la puerta se abrió con un golpe estridente. Y por él hueco libre, entró Cesar, lo reconoció por sus pasos.
Cerró la puerta tras él y caminó hasta el comedor. Se detuvo bruscamente al ver a su hermano sentado en la soledad de la casa, con manchas de sangre seca y cortes suturados.

— Am... No rompí la puerta — no sabía que más decir.
Caminó silencioso  y se sentó frente a su hermano, esperando que dijera algo.
Logró ver una pequeña prenda en sus manos, sabía lo que significaba. Yulia le había dicho.

— ¿Lo sabías? — habló el herido con amargura.
— ¿A qué te refieres? — lo sabía, pero no quería más problemas.
— Que Yulia estaba embarazada, ¿Tú sabías? — lo miró a los ojos.
Cesar pudo notar que si hermano había estado llorando.
— Sí... — sentenció él. — Le dije que debía decírtelo, al fin de cuentas eres el padre. Pero ella no estaba lista, supongo que... Temía que te fueras.

Estaba evitando con todas sus fuerzas gritar. No quería despertar a Yulia.

— Se que la besaste — afirmó sin dejar de mirarlo a los ojos. Apretando los puños hasta que sus nudillos blanquecieron.

Ante la mirada de su hermano, César se tensó y palideció.

— Lo hice. — dijo medio tajante, con miedo de recibir un puñetazo en la mejilla.
— ¿Por qué? — deseaba gritarle, golpearlo. Pero recordó a Little Ricky. Golpear y gritar a su hermano no lo acercaría más a la verdad, sino al odio de éste y Yulia.
— Tengo miedo, Oscar. Miedo de morir. Yulia era la primera persona que me trataba bien en años, era amable, dulce y atenta. — suspiró cansado. — Supongo que lo confundí con otro sentimiento. Ella me apartó inmediatamente, es más leal, que cualquiera de nosotros a los Santos, incluso que Tony.

Spooky asintió, mordiendo la parte interna de su labio inferior, intentando retener aún más el coraje que se apoderaba de él. No a su hermano; a él mismo, por ser el mayor imbécil de la historia de Freeridge.
Al notar aquel aterrador silencio, Cesar indagó.

— ¿Que te pasó?

Lo miró serio por unos segundos, y luego respondió.

— Los ví besarse. O eso es lo que creí ver. — un vacío crecía en su interior. — El enojo me invadió y me adentré al territorio de los profetas. Creo... Mejor dicho, Yulia me dijo que le mandé un vídeo besando a una profeta, y terminaba con alguien golpeando mi cara. — hubo un pequeño silencio. — Me dieron una paliza.

César no tenía palabras, se habían perdido en la garganta. Pero se forzó a hablar.

— Yulia no llegó a la escuela. Nunca falta, así que vine a ver qué pasaba.

Era raro que Yulia no estuviera presente, pero a cómo apuntaban las cosas, seguramente habían discutido.

— Se quedó despierta cuidándome. Después de que curó mis heridas, discutimos. Yo gritaba, estaba tan enojada — dudó un momento. — Pero ella no levantó la voz en ningún momento. — miró a otro lado, se sentía avergonzado —. La acusé de engañarme contigo, insinuando que el bebé era tuyo.

Cesar no pudo evitar reír, acabando con la paciencia de Spooky. Que se levantó enojado, y con un certero movimiento, golpeó a su hermano en el rostro tirandolo de la silla. Despacio, Cesar llevó una mano a su mejilla.

— Creo que lo merecía — dijo dolorido.

Spooky le tendió una mano para ayudarlo a levantarse. Siguiendo la conversación de pie.

— ¿Las golpizas te han afectado el cerebro?

Spooky lo miró amenazante, reprimiendo otro golpe.

— Eres un estúpido hermano. Ella te ha demostrado tantas veces que estará a tu lado sin importar lo que pase: Vino a Freeridge contigo, aceptó tu pasado, incluso te acompañó a una fiesta a la que seguramente no quería ir, porque estaba llena de cholos. Ha estado contigo siempre, es de lo único de lo que hablas. ¿Y aún así te atreviste a cuestionar si te era fiel?

En ese momento Cesar parecía un sabio.

— ¿Y ahora que hago? — preguntó con un nudo en la garganta. — Esto no lo puedo arreglar con regalos y disculpas.

Estaba a punto de llorar por la desesperación.

— Hermano — lo calmó Cesar sofocando una risita —, si algo he aprendido pasando el tiempo con Yulia, y asistiendo a sus clases... Es que para ella, hablar es la manera de resolver las cosas. Podría partirte la cara con un golpe. Pero hablar es su primera opción. — ¿Dónde está ella? — abrió los ojos y aspiró fuerte. — ¡Oh por Dios!, Dime qué no la mataste.

— Pendejo — lo insultó, está vez riéndose —, está dormida arriba — su voz se tornó triste de nuevo. — Me cuidó toda la madrugada.

Sin decir nada más Cesar se acercó a la puerta.

— Me voy para que arregles tu desastre. Aún tengo clases. Adiós.

Hizo un saludo militar y salio por la puerta.
En aquel momento Spooky lo entendió, el único que podía arreglar aquel desastre; era Oscar. Se dirigió a la mesa, guardó la pequeña camisa en la caja, la tomó en manos y caminó hasta la cochera. Hace tiempo había comprado para Yulia su saga de libros favoritos completa. Abrió la cajuela, guardó la caja, dando un beso (no sabía porque) y sacó la gran colección de libros. Después de cerrar la cajuela fue directo al comedor, tomó una hoja de papel y garabateo una nota con su mejor letra.
Caminó silenciosamente al piso de arriba, la puesta de su habitación estaba abierta, eso significaba que Yulia no estaba ahí. Con pasos aún más calmados se dirigió a la habitación de huéspedes, abrió la puerta con cuidado y ahí estaba ella... Tan hermosa como siempre.
Dejó la caja de la saga en el buró frente a la puerta. La miró unos segundos y luego, con una rodilla apoyada en la cama, depositó un casto beso en su mejilla.
Una sonrisa se dibujo en su rostro, iba a recuperar su confianza. Porque sin ella, no era nada.
Salió de la habitación cerrando la puerta despacio, caminó escalera abajo mientras hacía una llamada:

—¿Tony? Necesito que me cubras con los perros hoy.

Tomó las llaves del Impala de Yulia, en la nota quedaría explicado. Salió de la casa echando un último vistazo a la planta alta.

—  Prometí que no te abandonaría — susurró tranquilo, para después irse.

Hola, de nuevo soy yo 🤭 ojalá les guste este capítulo, es algo aburrido... Lo sé.
Hoy noté que somos el último lugar el #OnMyBlock por no tener tantos votos, y no voy a mentir. Me desanimó bastante. Aún así, pienso terminar esta historia.
Las quiero lectoras ❤ espero tengan lindos días.

THE LAST BULLET (En pausa por edición)Where stories live. Discover now