Capitulo 18

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Bajó del auto con cuidado, llevando su bolso en la mano y las llaves en la otra.
Temblaba un poco por el susto, caminaba con dificultad intentando disimular el nerviosismo y la temblorina.

— Me alegra que llegarás — le sonrió, como aquel día que se despidió de ella después de llevarla a su casa. — Pasaba, vamos a la colina.

No tomó su brazo, caminó con dificultad por la ladera empinada, mientras él volteaba a mirarla de vez en cuando sonriendo.
Cuando llegaron a la cima lo que vio la dejó conmovida. Un hermoso acomodo, como un día de campo de película.
Estaba segura de que Oscar no pensaba que lo perdonaría con eso.
Las palabras se le atoraron en la garganta. No sabía que decir, había soñado con algo así desde hacía tiempo, el problema ahora era; por obvias razones, las acusaciones injustas que había hecho hacía ella.

— Vamos, siéntate. — Oscar o Spooky, sonreían amablemente.

La ayudó a sentarse en el suelo, sobre un cómodo cojín blanco con flores rojas bordadas.
Se sentó frente a ella, en otro cojín  después de ayudarla.
Ninguno habló, era como si la noche expresara el dolor que sentían, el arrepentimiento de aquel hombre y la tristeza de la dama.
Por fin, después de unos segundos que parecieron horas, se decidió a hablar.

— Lamento todo, no debí acusarte de nada. Estaba dolido, desesperado, algo en lo profundo de mi corazón me decía que no podrías engañarme con nadie, pero la mente gritaba más fuerte. Y fue la que habló. — guardó silencio esperando que ella respondiera algo, pero no lo hizo, así que continuó. — El día que peleamos, cuando mi ex vino aquí, cuando nos reconciliamos en la piscina. Te dije una frase...

— Encontrar a la persona correcta es cometer errores; pero saber superarlos juntos. — lo interrumpió.

Oscar sonrió nostálgico.

— Si no quieres perdonarme, no lo hagas. Soy una basura, no lo merezco. — parecía a punto de llorar. — pero déjame estar en la vida de mi hijo o hija.

La miró como suplicando, no había tenido un padre, mucho menos una madre. No quería que su hijo pasará por eso también.

— No sé que te hace creer...

El corazón se le encogió, sabía, por los principios de Yulia que una tración era cosa sería. Aún así, esperaba su perdón, aunque tal vez, no lo mereciera.

— No sé que te hace creer que no te perdonaría, la mente de Spooky te traicionó. Lo entiendo, no es difícil ser dos personas en el cuerpo de una, aunque si eso persiste, tendrás que ir a un psciquiatria. — ambos rieron un poco, sabían que era verdad. Fingir una vida ser alguien que no eres, afecta la mente. — Te perdono.

Aquellas palabras fueron la calma en la tempestad. Si había algo que no quería era ser una pareja tóxica, ella merecía el cielo con todas sus estrellas y planetas.
Aún seguía herida, lo notaba en la mirada.

—  Lamento todo. Lamento haberte acusado de acostarte con César. Mi cerebro no reacciona a veces. — suspiró —, soy una basura.
— No eres una basura, necesitas... Ayuda, te perdono, pero ten en cuenta que está es la última vez que lo haré — lo miró serio, él sabía que era la verdad.

Se levantó, se acercó a su lado, e hinchándose en el suelo, la abrazo. Lágrimas brotaban de sus ojos, no necesitaba más que una oportunidad.

— Te amo Yulia — le dijo al oído.
— Y yo a tí, Oscar. — recalcó la última palabra.

De algún modo, la personalidad de Spooky se apoderaba de él, de su mente. Spooky era una personalidad, una actitud que había tenido que adaptar a su ser hace años para proteger a su hermano. Era hora de que se protegiera a si mismo.
Cuando terminaron de cenar, se quedaron sentados mirándose a los ojos y conversando. Sin poder evitar unas cuantas miradas al vientre de Yulia.

— Pasó algo... — ambos comenzaron al unisono.
— Habla tu primero. — dijo él sonriendo, en aquel momento, aquel instante se sentía el hombre más feliz del mundo.

Aspirando se preparó para hablar.

— Pasó algo extraño hoy.

Oscar prestaba atención, realmente interesado en saber cómo iba el día de su esposa hasta ahora.

— Cuando venía para acá, un auto verde escarlata me siguió varios kilómetros. — el semblante de Oscar cambió. — después se emparejaron a mí, miraron adentro y se fueron. Para ser honesta me asusté.
— ¿Estás bien? ¿No te pasó nada? — la asaltó con preguntas. — ¿El bebé?
— Todo está bien, tranquilo. ¿Que sucede?

Metió la mano al bolsillo del traje y arrugó con fuerza el papel.

— Eran los profetas.

Yulia se asustó más, sintió tensión en el vientre, pero respiró profundo, no tenía más opción que calmarse.

— ¿Cómo se veían?

Después de describirlos, Oscar le contó sobre la nota.

— Tenemos que salir de aquí. — ya no se volvió de solo Cesar. Era salir de ahí.

Yulia se levantó con dificultad del suelo, con la mirada de Spooky pegada a ella.

— No ahora.

La tomó de la mano y comenzó a bailar con ella, no había música, pero no era necesario.
Sintió que Yulia se relajaba. Mientras bailaban a la luz de la luna y las velas, con el sonido de la naturaleza a su alrededor.
Oscar sabía perfectamente porque habían seguido a Yulia, llevaba su Impala. Era probable que se hubieran enterado del falso funeral de Cesar, pero sin saber que era falso. Así que lo único que les quedan era: matar a Spooky.
Yulia sonreía, era feliz.
Lo único que le faltaba en aquel momento era poder ver a su tío, lo extrañaba, le habían enseñado que la familia era lo primero: Su tío; Oscar; Cesar y ahora, su bebé.
Oscar intentaba disfrazar el sentimiento de culpa, desesperación y miedo. Aún con esos sentimientos lograba estar tranquilo, estar en los brazos de Yulia lo hacía sentir en el paraíso. Sentir contra su abdomen el abultado vientre de su esposa, ahí dentro, crecía un ser que cambiaría su vida, haciéndolo sentir afortunado. Sería el padre que nunca tuvo, el padre que Yulia nunca tuvo.
La miró a los ojos y la besó, extrañaba sus besos, sus abrazos, su sonrisa, la tranquilidad que la hacía sentir en el fondo de su corazón.
Si de algo estaba seguro era de que Yulia, era el amor de su vida.

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Alguien tocaba la puerta violentamente, mientras Cesar se escondía un una de las habitaciones, con la piernas chocando en su pecho y escondiendo la cabeza entre ellas. Era su fin. Seguramente lo era.

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A altar horas de la madrugada, específicamente las 2, cada uno subió a su Impala. Oscar no quería arriesgar que Yulia recibiera otro susto.
Iría a casa con Cesar para hablar con él, y Yulia a casa para descansar.
Por la mañana, se verían de nuevo, para que Cesar y sus amigos, estuvieran más tranquilos.
Se despidió de ella con un beso apasionado y subieron a sus autos.
Spooky iba detrás de Yulia, vió con una mezcla de miedo y tristeza como se alejaba en aquel Impala que tanto le había costado conseguir.

— Te amo — dijo sonriendo feliz.

Hasta aquí el nuevo capítulo, ya casi llegamos al final. Espero que les guste, gracias por el apoyo ❤ son l@s mejores. ✨❤🌻


THE LAST BULLET (En pausa por edición)Where stories live. Discover now