Capítulo 4

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Dejè mis cosas sobre la cama color blanco, técnicamente lo único que tenìa era mi mochila del colegio, tomè uno de los cambios de ropa, me decidì por un vestido largo hasta las rodillas con unos calcetines del mismo color (el único que existìa en ese lugar) y me fui al baño, era blanco al igual que todo en la casa, habìa una repisa con toallas y varias batas de baño colgadas tras la puerta.Me duchè y me cambiè, pero la sensaciòn fue diferente a la de mi casa, esta vez no tenìa prisa y estaba relajada al volver a la habitaciòn, sabìa que ese lugar no era mi hogar, nunca habìa estado ahì, pero por alguna extraña razòn sentì que ya habìa estado aquí antes.

Estaba cansada, asì que antes de irme a dormir saquè mi billetera de mi mochila y saquè la foto, nunca me voy a dormir sin verla, en ella estaba mi amiga Marta, con su cabello rubio largo con un broche color celeste y un vestido blanco igual al que estaba usando ahora y luego estaba yo, peinada con dos trenzas y un vestido azul, ambas en esa foto tenìamos siete años. Esa fue la última foto que nos tomamos juntas, ahora que lo pienso, Marta y Sindy se parecen, incluso tiene el mismo nombre con el que le gustaba que la llamaran, nunca le gustó mucho su verdadero nombre.

Al dìa siguiente bajè a la cocina, la Reina Blanca estaba cocinando, cuando me vio, amablemente me invitò a sentarme, luego me sirviò un plato de huevos revueltos con jamòn, dos rebanadas de pan tostado con mantequilla, pastel de manzana y una taza chocolate caliente. Miré el pastel de manzana con nostalgia, era el favorito de Sindy (Marta). La voz de la Reina me sacò de mis pensamientos:

-Martina, ¿te sientes bien?-

La mirè y con una sonrisa respondì

-Si, estoy bien, sòlo algo nerviosa por todo lo de ayer-

Ella me sonriò, puso una de sus manos en mi hombro y con ese tono amable y compasivo de siempre dijo:

-Esta bien, tranquila, no vamos a presionarte, de todas formas el hecho de que estés aquì ya es un milagro y creème, no existen muchos en estos tiempos-

-No sé mucho de profecìas pero esa guerrera de cabellera negra podría ser cualquiera, incluso podrìa ser que aùn no llega, hay muchas personas con el pelo negro, es muy comùn.- mi tono sonaba nervioso e inseguro

-Querida, te entiendo, supongo que temes no ser la persona que buscamos-

Asentì con la cabeza, ella me sonriò nuevamente y continuò:

-Sè lo que se siente, cuando mi padre me pidiò ser quien gobernara el reino, estaba asustada, no sabìa si podrìa hacerlo bien, hubo momentos en los que creì que era la persona equivocada para el puesto, pero entonces, mi madre que en paz descanse, me dijo que antes de casarse con mi padre, ella era una campesina del reino de las violetas, trabajaba en una panaderìa y no sabìa mucho sobre el reino, mucho menos cómo gobernarlo. Pero un dìa tuvo que trabajar para el rey y salvó a mi abuela ( la reina de ese momento) de ahogarse con un trozo de carne. Después mis padres se conocieron y se enamoraron, al poco tiempo de que mi padre fue nombrado rey, le propuso matrimonio a mi madre, al principio dijo que sí, pero despuès comprendiò que eso la volverìa la reina de todo el bosque y sus pueblos, eso la asustò. En ese momento mi abuela le dijo que para poder gobernar sòlo debes confiar en ti misma y en tus decisiones, que para ser la reina sòlo debes ser una persona justa, bondadosa y convencerte de que ya lo eres y que seràs la mejor gobernante que el mundo haya visto.-

- Pero...eso es diferente, usted es la hija del rey anterior, era lògico que usted o su hermana estaban destinadas a gobernar, pero en mi caso no sè si serà suficiente-

Terminè de desayunar y en ese momento entrò Sindy, la Reina blanca la reciviò con una sonrisa y dijo:

-Buenos dìas dormilona, hice huevos revueltos y tu favorito pastel de manzana-

En el bosqueWhere stories live. Discover now