Capítulo 5

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Otra vez tuve ese sueño, màs bien recuerdo, de ese dìa; Marta y yo estábamos jugando en el parque, columpiandonos, luego en la resbaladilla (resfalìn), despuès jugando con la tierra del parque, otros niños tambièn jugaban con nosotras, luego ella perseguìa una mariposa, yo la imitè y tambièn la perseguì, pero luego la mariposa se alejò màs y màs. Mamà siempre me dijo que no debìa salir del parque, asì que me parè en seco y comencé a llamarla, pero no me escuchaba. La llamé por su nombre ficticio, pero no se detuvo, así que la llamé por su nombre real, sòlo asì sabrìa que hablaba en serio y que tenìa que volver, pero no me escuchò.

Seguì gritando:

-¡ Marta! ¡Marta! ¡vuelve! ¡no podemos alejarnos del parque!-

De pronto me desperté gritando el nombre de Marta, me temblaba todo el cuerpo, hace mucho que no me pasaba algo como esto, seguìa soñando con ella, pero hace mucho que las pesadillas no eran tan fuertes. Me levanté de la cama y fui al baño para lavarme la cara, mirè nuestra última foto juntas, a veces me sentía culpable por no seguirla hasta el final en vez de quedarme en el lìmite que habían marcado nuestros padres, en ese momento temìa màs que me castigaran en vez de preocuparme hasta donde podrìa llegar por perseguir esa mariposa. Si hubiera sabido que sería la última vez que la verìa habrìa corrido tras ella hasta el final. Para mi ella no fue mi mejor amiga, para mi lo sigue siendo y lo será siempre.

Intente dormir un poco màs, pero no lo logrè, salì al patio y me sentè en una de esas bancas de màrmol hasta que comenzò a amanecer y esos sentimientos de paz, felicidad y melancolìa inundaron mi cuerpo y eso me sirviò para despejar mi mente aunque sea un poco.

Volvì a entrar al castillo, subì a mi habitaciòn, por alguna extraña razòn, decidì usar otro de los cambios de ropa que habìa en el cuarto en vez de la mìa, pensè que si debìa ir a conocer los pueblos, lo mejor serìa usar algo del color del castillo, como si eso fuera una forma para demostrar que venìa con la Reina Blanca. Normalmente si estuviera en otra casa usarìa mi ropa sin importar nada, porque usar ropa prestada de otra casa me harìa sentir incòmoda, pero por alguna razòn, en este lugar no era asì en absoluto, todo en esta habitaciòn se sentìa un poco mìo. En fin, me decidí por unos pantalones blancos con bolsillos, una camiseta manga corta del mismo color pero con detalles color azul en los bordes de las mangas, unos calcetines y mis zapatillas converse negras, para darle un toque diferente. Tomé mi ropa seleccionada y me fui a duchar.

Una vez arreglada, Sindy, la Reina Blanca y yo salimos del castillo seguidas por cuatro guardias armados con lanzas y armas de fuego, sus trajes me recordaron mucho al cascanueces, con la diferencia de que sus uniformes son blancos y no rojos. Supuse que los guardias de la reina roja serían igual y probablemente ellos sí tendrían sus trajes color rojo, aunque no tenía intenciones de averiguarlo.

El primer pueblo que visitamos fue el pueblo del saber, era igual a como lo mencionò la reina, bibliotecas, escuelas y universidades por todos lados, incluso tenìan teatros, al menos unos cuatro, las bancas en los parques tenìan forma de libros, tambièn habìa librerías y mucha gente leyendo desde niños de la edad de Sindy hasta ancianos a diferencia del castillo todo era muy colorido las bibliotecas eran color azul, las universidades color lila, naranja y otra de color verde, por otro lado las escuelas eran de color amarillo o azul grisáceo. Tambièn habìa dos laboratorios enormes uno color gris y azul, el otro completamente verde al menos por fuera, visitamos ambos y mucha gente nos miraba, hacìan reverencias a la Reina y luego me miraban a mi, pero de una forma extraña, en uno de los laboratorios escuchaba a la gente decir que la profecìa era real y que habìa esperanzas, eso me preocupaba aùn màs.

En el bosqueWhere stories live. Discover now